Número 21                                         Época IV                       enero-marzo 2012


SNTE-PANAL: LA EDUCACIÓN BÁSICA,
 ¡A REMATE! CORPORATIVISMO Y “CHARRISMO”

"Soy una mujer muy solitaria. Casi nadie me conoce. No soy Dios. He cometido muchos errores.
"Hasta llegar a donde estoy, el recorrido ha sido doloroso. México es un país machista. Con una cultura autoritaria".
“-¿Es usted consciente de que tiene cierta mala fama?
“-Gracias por lo de cierta. Agradezco su cortesía. Tengo mala fama.”

Elba Esther Gordillo, El País, España, 24/07/2011

César H. Espinosa

SEGUNDO ACTO: “La Maestra” abandonó el barco que se va a pique (Calderón) y vuelve a ofrecer sus servicios al PRI, que la expulsó… Así de simple. Todo sería tan sencillo si “La Maestra” no fuera prácticamente la dueña del sindicato más grande de Latinoamérica: el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

¿Cómo llegó a suceder esto? Es una larga historia de amores y desamores, que se inicia a principios del siglo XX, con la Revolución Mexicana, y llega a su culminación con Lázaro Cárdenas y Ávila Camacho. Aunque estrictamente el poder de “La Maestra” (Elba Esther Gordillo) surge de las manos del gran demiurgo Carlos Salinas, como veremos.

Tras el ripioso tinglado donde se escenificó la carrera galopante de “La Maestra”, la historia del sindicato de docentes de educación básica en México es también un prolongado sainete, donde se entreveran las tragedias shakespearianas y los melodramas de telenovela. En los hechos, el SNTE es un gran conglomerado de trabajadores que funciona como una punta de lanza del sistema de poder en México: el corporativismo de vieja escuela (que viene desde el clero y los monopolios de la Corona virreinales, hasta los fascismos y nazismos de la primera mitad del siglo XX).

Desde ese juego de sombras chinescas, “La Maestra” ha logrado acuñar un partido-palero, el Partido Nueva Alianza (PANAL), que pone en juego el voto corporativo de los profesores a favor del mejor postor, ahora en “Santa Alianza” con el “Nuevo” PRI siempre y cuando el “ungido” para las elecciones presidenciales de 2012 sea Enrique Peña Nieto. Magistral juego de manos, aunque el truco esté muy a la vista de todos. En la apuesta va también de por medio la educación nacional.

Se ha hablado de un proyecto de “colonización” del gremio de los docentes hacia el gran aparato burocrático, la SEP, consistente en influir sobre las formas y el ejercicio de la educación. Esta presunta “colonización” ha llegado a su clímax con los casi 22 años de cacicazgo de EEG, cuando desde el periodo de Salinas alcanzó un fuerte protagonismo en los sucesivos programas educativos nacionales.

El gran riesgo estriba en que nuevamente ese factor decisivo para que México salga del subdesarrollo, que es la educación –desde la elemental–, volverá a quedar como botín de guerra para Elba Esther y la camarilla de líderes que controlan el SNTE-PANAL (encabezado éste por su hija Mónica Arriola).

Los primeros intentos

PRIMER ACTO: Los intentos por formar un primer sindicato nacional del magisterio datan del año 1915 en la ciudad de Veracruz, donde se llevó a cabo el primer congreso nacional de maestros. No fue posible en esa época convulsa que cuajara aquel congreso que buscaba la unidad nacional del magisterio. Durante el porfiriato hubo también algunos intentos fallidos y perseguidos.

Del esfuerzo, escenificado en el pleno marco de la guerra civil, se puso de manifiesto que al interior del magisterio nacional existían tres corrientes más o menos definidas: una tendencia de izquierda, que aglutinaba a viejos profesores revolucionarios que no siempre coincidían con los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana; eran los maestros vinculados con la reforma agraria, con la lucha en el campo.

Otro sector estaba vinculado al clero y a los caciques, los cuales formaban la corriente reaccionaria. Y una tercera corriente estuvo identificada desde el principio con los gobiernos en turno, a los que vale llamarlos oficialistas.

Esas tres fuerzas se encontraron en Veracruz y no llegaron a ningún acuerdo; sin embargo, convinieron en realizar un segundo congreso nacional del magisterio, que no llegó a darse, por lo que aquellas corrientes prosiguieron intentando, por su propia cuenta, formar un sindicato nacional.

En 1919 tuvo lugar una gran huelga en la capital de la República, encabezada por la Liga de Maestros del Distrito Federal, que obtuvo el apoyo de organizaciones obreras, estudiantiles y populares, e incluso de algunos funcionarios del aparato oficial. El movimiento fue derrotado, pero su huella sería perdurable.

En 1920 apareció la Liga Nacional de Maestros, de tendencia moderada, reformista. Las organizaciones hacia 1923 mostraban diferentes semblantes. Su lado débil estaba en lo numérico; pocos miembros y dispersos, pero adquirían vigor dada la calidad política de algunos maestros que las integraban, quienes habían militado en las filas maderistas, villistas y zapatistas.

Se trataba de profesores con un pensamiento revolucionario, que en muchos casos habían actuado directamente en las luchas armadas. Contar con este tipo de maestros proporcionaba a los pequeños sindicatos que pululaban por todo el país la característica de ser sumamente combativos.

En 1924, un grupo de esos maestros radicales integró la liga nacional de maestros racionalistas. Entre 1926 a 1927, la Confederación Revolucionaria de Obreros Mexicanos (CROM) trató de organizar al magisterio a escala nacional y crear la confederación de maestros, pero el intento se vio frenado porque no había de condiciones objetivas para hacerlo realidad, aunque también por el gobiernismo que caracterizó a la CROM y su líder Luis N. Morones.

A fines de 1926 y principios de 1927, bajo el patrocinio de la misma CROM, nació la Federación Nacional de Maestros, cuyo secretario general fue Vicente Lombardo Toledano y David Vilchis como secretario del Interior.

El surgimiento de la FNM dio impulso al proceso organizativo de los trabajadores de la enseñanza. En 1927 estalló una huelga en Veracruz que originó la destitución del gobernador de aquella entidad, Heriberto Jara.

Hasta 1930 –bajo el impacto de la depresión financiera estadunidense e internacional– comenzó a inquietar y preocupar a los maestros, la inestabilidad de su trabajo, los sueldos demasiado reducidos e incluso la persecución de que eran objeto tras el episodio de la cristiada.

En agosto de 1931 se promulgó la primera Ley Federal del Trabajo, que contenía una serie de medidas que limitaban las garantías de los trabajadores, a la vez que otorgaban amplias seguridades al capital. Con la cláusula de exclusión, se sentaron las bases para el dominio y manipulación de los obreros.

En 1932 surgió la Confederación Mexicana de Maestros (CMM) o Confederación Magisterial de México; seguida, en 1934, por la Liga de Trabajadores de la Enseñanza (LTE); aparecen la Universidad Obrera y la Federación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (FNTE).

Los primeros pasos firmes para el sindicato de carácter nacional los daría la Unión de Inspectores Federales de la Educación en 1930, pero no será sino hasta 1932, mediante las alianzas logradas con la Confederación de Organizaciones Magisteriales y el Frente Revolucionario del Magisterio, que se hizo posible integrar la Confederación Mexicana de Maestros (CMM), muy ligada a la política de la Secretaría de Educación Pública.

En Guadalajara, Jalisco, se inauguró el 21 de marzo de 1932, en el teatro Degollado, la Primera Convención (constituyente) de la Confederación Mexicana de Maestros, a la cual asistió Juan de Dios Robledo, gobernador de dicho estado. La reunión, que estuvo presidida por Celerino Cano, eligió un Comité Ejecutivo Nacional integrado por Ramón G. Bonfil, secretario general, y en otras posiciones Lamberto Moreno, César Martino, Luis Tijerina Almaguer y Fernando Castellanos, por mencionar a algunos.

En 1934 se implantaría la educación socialista, misma que iba a trastocar de arriba a abajo el sistema educativo nacional e involucraría en masa al magisterio hacia tareas que iban más allá de la estricta transmisión de conocimientos.

Sin embargo, la aparición del sindicalismo magisterial de masas llegó hasta abril de 1935, al realizarse la IV Convención Nacional de la CMM, donde se integró el Frente Único Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (FUNTE), impulsado y dirigido por militantes del Partido Comunista de México.

En dos memorables asambleas efectuadas los días 20 y 21 de abril, en el salón de sesiones de la Alianza de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías, fue discutido y aprobado el Pacto de Solidaridad que firmaron todas las agrupaciones de maestros de la República que estaban dispuestas a unir sus esfuerzos para luchar por las reivindicaciones económicas y sociales del magisterio nacional.

Para acelerar el proceso de cobertura nacional y masiva, el 6 de septiembre de 1935 el FUNTE, la CNOM y la Federación Nacional de Maestros expidieron la convocatoria para realizar en diciembre el Congreso de Unificación Magisterial.

El Primer Congreso Nacional de Unificación Magisterial se escenificó en la capital federal del 8 al 15 de diciembre de 1935, con la asistencia de 405 delegados del Frente Único Nacional de Trabajadores de la Enseñanza, la Federación Nacional de Maestros y la Confederación Nacional de Organizaciones Magisteriales, proceso que culminó con la creación de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (CNTE). En este período puede equipararse el ascenso sindical del magisterio con el extraordinario auge obrero, campesino y popular.

La CNTE contaba en su fundación, según sus jefes, con más de 20 mil miembros; pero conforme dirigía acciones de masas en Morelos y otras entidades, se fortalecía y crecía, a la vez que en la CMM, en medio de luchas internas muy fuertes, se producían cambios hacia la izquierda.

A fines de enero de 1936, la CNTE se afilió al Comité Nacional de Defensa Proletaria (CNDP), hecho que le permitiría ser fundadora de la CTM, en la cual inicialmente militó en su ala clasista, vinculada a los comunistas y contraria a los métodos de conducción burocráticos impulsados por el grupo de Fidel Velázquez.

Surgimiento de la CTM; congreso de unificación magisterial

En 1936 surge la Confederación de Trabajadores de México (CTM), a la cual se afilió gran cantidad de maestros, para dar paso así al Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana (STERM). El 3 de diciembre fue lanzada la convocatoria al Congreso Nacional de Unificación Magisterial; pero la integración del Comité Organizador del Congreso no reflejaba de manera completa la composición de las tendencias en el interior de la CNTE y la CMM.

En el teatro de la República de la Ciudad de Querétaro, el 7 de febrero de 1937, el general Francisco J. Múgica hizo la declaratoria de apertura del Congreso Nacional de Unificación Magisterial. Las direcciones de la CMM, la CNTE, la UNETE y la UPETIC declararon mediante un pacto la disolución de sus organizaciones. El congreso tomó el acuerdo de adherir la FMTE a la CTM, firmar un pacto con la Confederación Campesina Mexicana y participar en el Frente Popular Mexicano.

La fundación de la FMTE significó un paso decisivo en la centralización del sindicalismo magisterial; desafortunadamente, no contó con el visto bueno de la mayoría del CN de la CTM, por lo cual esta última organización se vio obligada a crear, con el Comité Nacional de Coordinación y Defensa de los Maestros de la CTM, el Comité Nacional de Unificación Magisterial, el cual aceptó que el CN cetemista convocara al Congreso Constituyente del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana.

Al remontarse la gran depresión, el gobierno del general Cárdenas pudo dedicarse a las tareas constructivas que pusieron término al ciclo revolucionario iniciado en 1910. Al mismo tiempo, en el terreno educativo se buscó castellanizar a los indígenas, abatir el analfabetismo y desarrollar la enseñanza en todos los niveles, aunque preferentemente la educación primaria; se incrementaron las filas del profesorado y, por tanto, fueron creadas mejores condiciones para la organización y lucha de los trabajadores de la educación.

Durante la crisis de junio de 1935, cuando la derecha oficial encabezada por el jefe máximo intentó hacer virar la política cardenista de respeto al movimiento huelguístico, la mayoría de la clase obrera organizada logró poner en pie el Comité Nacional de Defensa Proletaria, participar en la derrota de la contraofensiva derechista y sentar las bases para la unidad sindical. El magisterio fue arrastrado en tal proceso.

México vivió un ascenso sindical sin precedentes: incremento de las huelgas, los huelguistas y las horas de trabajo caídas; crisis generalizada del viejo liderato de la Confederación Regional Obrera Mexicana y la Confederación General de Trabajadores; surgimiento, fortalecimiento y desarrollo de una nueva dirección obrera; organización de los “libres” y tendencias notorias hacia la superación de la dispersión y el aislamiento. Reestructurar el movimiento obrero quedó como una tarea a corto plazo de los trabajadores y sus direcciones reales.

Tras varios intentos de unidad sindical y una vez superadas las diferencias entre las fracciones comunistas y vanguardistas fue creado, en 1938, el primer sindicato representativo de un sector de nuestro país: en la segunda quincena de febrero de 1938 llevó a cabo sus trabajos el congreso fundacional del STERM. El 18, quedó fundado el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana. El 19, se aprobaron los Estatutos del STERM.

En 1938 fue establecido el Estatuto Jurídico, que limitaba y restringía los derechos sindicales de los servidores públicos, a partir del cual se constituyó la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE). Por ello, el STERM presentó dos militancias unitarias: en las filas de la FSTSE y en las de la CTM, hasta octubre de 1941, cuando la CTM –por conducto de Fidel Velázquez– dejó en libertad al sindicato de abandonar la militancia cetemista.

Sin embargo, no duró mucho la unidad del STERM. Desde 1938, el empuje democrático y revolucionario de las masas entró en declive, las reformas estructurales del cardenismo llegaban a su fin y, en general, el país tuvo un giro hacia la derecha, cuya expresión más clara fue la nominación de Manuel Ávila Camacho como candidato presidencial por el partido oficial.

En el Primer Congreso del STERM, realizado en febrero de 1940, tuvo lugar una escisión. Los cismáticos del STERM formaron el 24 de febrero de 1940 el Sindicato Nacional Autónomo de Trabajadores de Educación (SNATE), bajo el lema “Por una democracia sindical efectiva”.

El viraje educativo; nace el SNTE

El discurso oficial en materia educativa sufrió cambios sustanciales, desapareció el tono beligerante de exaltación de la lucha de clases, de reivindicación obrera y la educación socialista; se instaura una política orientada a la paz social y de apoyo al gran capital, dentro de la cual a la clase gobernante le es cada vez más difícil mantenerse en el marco del nacionalismo popular.

Con Manuel Ávila Camacho la educación asume un papel opuesto al que se implantó en el periodo anterior, y después de ser considerada como instrumento para la lucha social se convierte en un fin en sí mismo, lo que dio paso al mito de la educación como herramienta para la movilidad social y para democratizar a la sociedad.

Dentro del nuevo marco ideológico, la nueva Política Educativa debía enfrentar dos grandes problemas:

  • La necesidad de unificar al magisterio, socavado en ese entonces por las pugnas en el interior del STERM.
  • La eliminación de la educación socialista.

Ya desde los últimos años del cardenismo hubo intentos de reformar el artículo 3º constitucional, proyecto al que se opuso enérgicamente el STERM. En el terreno sindical, sin embargo, ocurría todo lo contrario al no poder dirimir las diferencias que existían en su seno y luchar en contra de las fuerzas opositoras que consiguieron construir un sindicato paralelo.

Hasta ese momento, el STERM había podido conservar relativamente su independencia del control burocrático gubernamental,

EN 1940 no sólo nació de las filas del STERM el SNATE, sino que se presentó también la división que originó al Frente Revolucionario de Maestros de México (FRMM), directamente vinculado a la CNC. La integración del FRMM constituyó un severo trauma para la unidad del sindicato.

En poco tiempo, el FRMM desempeñaría el nada honroso papel de esquirol. En diciembre de 1940, al celebrarse la Convención Nacional Ordinaria de la Rama Nacional de Enseñanza Superior Campesina del STERM, el frente dividió a esta agrupación. En 1941, la crisis del STERM alcanzó plenos rasgos de disgregación.

En el lapso de 1936-1941, el sindicalismo magisterial logró la federalización de la enseñanza en más de la mitad de los estados, conquistó aumentos de salarios y otras prestaciones sociales; discutió e influyó en la política educativa del Estado, fue capaz de alcanzar la unidad en un sindicato único y, como en ningún otro periodo de su historia, hizo uso de esa arma formidable que son los paros nacionales y las huelgas estatales.

Durante el régimen de Manuel Ávila Camacho fue nombrado ministro de Educación Luis Sánchez Pontón quien pugnaba por la unidad magisterial, la restitución económica y por una auténtica educación. Pronto Sánchez Pontón fue derribado por el clero y la iniciativa privada, quienes patrocinaron y auspiciaron a grupos minoritarios de maestros que se prestaron a la maniobra para integrar el Frente Revolucionario de Maestros (FRM) después el Sindicato Mexicano de Maestros y Trabajadores de la Educación (SMMTE).

Esta situación propició la intervención del presidente Manuel Ávila Camacho, que exhorto a los líderes de las fracciones beligerantes a pasar al régimen de estatuto jurídico y abandonar definitivamente a la CTM y a la CNC, tal como hiciera años atrás Lázaro Cárdenas.

En abril de 1942 tendría lugar la formación del SNTE, que arrancó del intento de unificar al magisterio con la firma de un pacto de unidad entre el STERM, el SMMTE y el SUNTE:a pesar de no ser independiente del Estado era un auténtico frente único de los servidores de la SEP; agrupaba tendencias lombardistas, comunistas y agrupaciones vinculadas a la CNC, entre otros.

En los periodos de Luis Chávez Orozco y Gaudencio Peraza, las luchas de las tendencias ideológicas fueron su característica. En diciembre de 1943 se convocó al 1er. Congreso Nacional Ordinario que dio origen al SNTE. Desaparecían el SUNTE, el STERM y el SMMTE. En 1944 se realiza el 1er. Consejo Nacional. En 1945, se efectúa el 2º Consejo Nacional, donde se enfrentaron la corriente lombardista con la alemanista.
 
Nace el “charrismo” sindical; “colonización” de la SEP

Con el nombramiento de Jesús Robles Martínez, en 1949, se marca otra época del sindicalismo. Acaba con el libre juego de tendencias sindicales, nace el charrismo sindical, se burocratiza al sindicato, se golpea a la izquierda, centralización del SNTE.

Casi desde su origen, en 1943, el SNTE fue soñado por sus integrantes como una organización democrática y hacia tal objetivo se había mantenido una lucha real o discursiva por cumplir ese anhelo. En el marco del corporativismo mexicano (CTM, FTSE), vertical y autoritario, el SNTE nació con un poder prestado; a pesar de su vinculación innata hacia el gobierno, en su operación interna alcanzó grados notables de autonomía respecto del gobierno y ya en los años cincuenta inició una estrategia de largo plazo destinada a “colonizar” las estructuras de la educación básica, que es obligación constitucional de proporcionar por el gobierno.

Ese proyecto sectorial de hegemonía desde las “cúpulas” magisteriales se mantuvo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, como un “enclave ideológico” dentro del gran aparato ideológico del Estado que es la educación; por ende, el objetivo que se fue bosquejando fue mediatizar la acción de la autoridad, alejar a los maestros comprometidos con la educación y transformarlos en “colonizadores” que impregnaron con su tradición y naturaleza el funcionamiento burocrático de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y otras dependencias en los estados.

El vocablo colonización es útil para ilustrar la escalada del SNTE sobre la SEP. “Colonizar” implica el acto de intervención por conquista o por convenio de un territorio por nacionales de otro país; los colonizadores se asientan e imponen su “cultura” al pueblo colonizado.

A su vez, el corporativismo, según Panitch (1980:162) –inspirado en el modelo de Mussolini–, no fue una ideología sino un modo de organizar –tecnología del poder– las relaciones entre los patrones y los trabajadores en el capitalismo avanzado en su momento.

Críticos de izquierda han calificado a las instituciones del corporativismo como promotoras del “colonialismo interno”, donde el jefe del Estado dominaba (en el sentido de subordinación burocrática) a los otros poderes y las regiones. Desde el punto de vista del poder social, las corporaciones (partidos políticos, sindicatos, escuelas, instituciones públicas, incluso la empresa privada) fueron los elementos principales de la cohesión social y sus representantes tuvieron preponderancia por sobre la autoridad territorial.

Según Schmitter (1974:93-94), el corporativismo es lo opuesto al pluralismo democrático. En sus palabras, es “[...] un sistema de intermediación de intereses, donde un número limitado de grupos no competitivos obtienen licencia (o son creados) por el Estado, que les otorga un monopolio en sus categorías respectivas a cambio de controlar a su liderazgo y sus demandas”.

El Estado nacional sustituyó a las partes, obtuvo un poder hegemónico tanto en la modulación de la economía como en la política práctica. Como lo había previsto Weber (1964:744-745), el control del aparato de Estado por una burocracia profesional se transformó en un fin en sí mismo, con la consecuente reducción de la sociedad civil y sus instituciones.

En ese sentido, el corporativismo impulsado por el régimen de la Revolución Mexicana desarticuló al sindicalismo libre, a la asociación voluntaria de los trabajadores en organizaciones para defender sus derechos, al implantar sindicatos oficiales a los que los trabajadores se tenían que afiliar, aun contra su voluntad.

Todos los trabajadores estaban dentro de una organización gremial, única y nacional, con dirigentes leales incondicionales al Presidente en turno. Una excepción fueron los maestros. Como se ha expuesto en numerosos estudios (Raby, 1974; Medina 1978; Ornelas 2006), el SNTE se organizó desde el poder del Estado contra la voluntad de la mayoría de los más de 700 sindicatos, federaciones y confederaciones de maestros, que habían resistido con cierto éxito los intentos de unificarlos en una organización centralizada y unitaria.

Desde un principio otorgó incentivos a los líderes para garantizar la subordinación de los trabajadores, en este caso los profesores. Por medio del PRI, los sectores obtenían posiciones: regidurías, diputaciones, senadurías y hasta gubernaturas.

El SNTE obtuvo el monopolio de la representación de los maestros de manos del presidente Ávila Camacho (Poder Ejecutivo Federal, 1944), quien ordenó a la Secretaría de Hacienda que retuviera la cuota sindical a los maestros y la entregara al secretario general del SNTE.

En esos términos, la capacidad de conducción de la burocracia estatal sobre el sistema educativo encontraría en el SNTE un soporte fundamental para conducir y operar el sistema educativo.
 
Los leales al SNTE se establecieron –y continúan el proceso– en los segmentos medios y bajos de la burocracia del sector educativo. Fue –y sigue siéndolo– una estrategia sindical consciente y permanente.

A la inversa, los burócratas modernizadores, tanto en el partido oficial como en los aparatos políticos del gobierno,no comparten la “cultura” e “historia” de los colonizadores, ni tienen lazos de identidad que les permita formar un espíritu de cuerpo. Ellos se concentran en áreas técnicas, de planeación y evaluación, pero en la educación básica el control lo ejercen los leales del SNTE, los colonizadores.

El organismo magisterial nació, entonces, a partir de la intervención oficial en el periodo presidencial de Manuel Avila Camacho, en momentos en que se buscaba controlar a un sindicalismo en efervescencia. Apenas seis años después del surgimiento del SNTE, Robles Martínez emprendió la tarea de charrificar la organización magisterial, tal como en esos momentos de finales de la primera mitad del siglo XX lo hacían otros líderes, como Jesús Díaz de León con los ferrocarrileros y Jesús Carrasco en el sector minero-metalúrgico.

El proceso de charrificación del movimiento sindical tiene como característica el que los dirigentes disponen de algún consenso entre las bases y pueden decir que alcanzan cierta legalidad y legitimidad, pero llegan al punto crítico en que el apoyo del Estado define su permanencia en el poder.

A su llegada, en 1949, lo primero que hizo Robles Martínez fue poner "calma" en un sindicalismo convulso –sólo en 1948 se desataron 17 huelgas de maestros– y su primera medida consistió en suprimir el libre juego de tendencias. Si bien hasta entonces el gremio se había distinguido por dar espacio a comunistas y lombardistas, con el liderazgo de Robles Martínez esto se acabó. Lo anterior se complementaba con su cercanía hacia los presidentes en turno y el uso de métodos violentos para aplacar a la disidencia.

Para 1952, mediante el control casi absoluto que tenía del sindicato pudo convocar al tercer Congreso Nacional del SNTE e imponer a su sucesor. El delfín fue Manuel Sánchez Vite, que a su vez mejoró las prácticas represivas para reducir a los opositores. De esa forma, el maximato de Robles Martínez fue el más prolongado. Siete secretarios generales estuvieron bajo su sombra, a saber: Manuel Sánchez Vite, Enrique W. Sánchez, Alfonso Lozano Bernal, Alberto Larios Gaytán, Edgar Robledo Santiago, Félix Vallejo Martínez y Carlos Olmos Sánchez.

¿Por qué este ingeniero de profesión prolongó su mandato durante más de dos décadas? Gerardo Peláez –uno de los historiadores del SNTE– explica que si bien hizo a un lado a los grupos disidentes, tuvo la capacidad de conciliar con las distintas fuerzas que estaban aglutinadas alrededor del partido oficial. En aquella época había varios grupos fuertes ligados al PRI, como el Bloque de Unidad Magisterial y el Bloque Revolucionario de Orientación Sindical, que lograron ser controlados.
 
Además, a partir de su carrera en el SNTE, Robles Martínez escaló diversos puestos en la política. Fue diputado federal, líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado y director del Banco Nacional de Obras Públicas, lo cual le permitió reunir una fortuna y tener una residencia en Las Lomas. Este maximato llegó a su fin el 22 de septiembre de 1972.

El MRM de Othón Salazar; Jonguitud y Vanguardia Revolucionaria

En 1956 surgió una nueva corriente opositora al SNTE, el MRM de Othón Salazar. Este movimiento cimbró las estructuras del apenas consolidado SNTE y de su vinculación con el sector oficial, pero a la postre fue reprimido mediante la intervención del ejército y el encarcelamiento de sus dirigentes, que encabezaba Othón Salazar.

En el haber del roblesmartinismo, por otra parte, cabe observar que en el periodo 1960-1972 se igualaron los sueldos de los maestros del interior del país con los del D.F., se marcaron zonas de vida cara. Fueron periodos sindicales caracterizados por su corporativismo oficial. Y resurgieron las luchas internas, sobre todo SNTE-MRM, entre otras.

En 1972 nacería el “vanguardismo”. Con él se acentúa el corporativismo político. Los eventos masivos fueron marco referente para tomar decisiones políticas. Las represiones políticas vendrían a ser un sello característico de este periodo.

El 22 de septiembre de 1972, Eloy Benavides y Carlos Jonguitud Barrios, hasta ese entonces miembros destacados de la camarilla en el poder del sindicato magisterial, tomaron violentamente el local sindical y desconocieron a la dirigencia en funciones. Contaban con el apoyo del presidente Luis Echeverría Álvarez, con quien entablaron amistad desde el paso de éste por la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Jonguitud Barrios convocó de inmediato a la celebración de un Congreso Nacional Extraordinario, en el que Eloy Benavides fue elegido secretario general. Dicho congreso tuvo el apoyo oficial irrestricto, y siete días después del golpe el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje reconoció al nuevo Comité Ejecutivo Nacional. Inclusive fue aceptado un nuevo pliego petitorio para la revisión salarial. Daba inicio la era jonguitudista.

Al cabo, medio año después, Jonguitud asumía formalmente el poder y fue elegido secretario general en un congreso que se efectuó en La Paz, Baja California Sur, al que sólo asistieron sus incondicionales. Allí se dio a conocer la Declaración de La Paz, misma que se tornaría en plataforma de principios del Movimiento 22 de Septiembre, el cual más tarde se denominó Vanguardia Revolucionaria.

Efectivamente, lo que aseguró la continuidad del cacicazgo fue la creación, en agosto de 1974, de Vanguardia Revolucionaria, donde Jonguitud fue declarado líder vitalicio (no en balde sería el preceptor y modelo de Elba Esther). El flamante dirigente magisterial asumió de inmediato la política echeverrista y en el discurso alentó un aire democratizante y antiimperialista. Entre 1974 y 1979 obtendría una serie de conquistas sindicales relativas al salario, prestaciones y creación de plazas.

El cambio de Presidente, en 1976, no trajo consigo ningún obstáculo para Vanguardia Revolucionaria. Antes bien, José López Portillo otorgó un amplio respaldo a Jonguitud. Que, a su vez, no fue gratuito. José Luis Andrade Ibarra, sucesor de Jonguitud, de acuerdo a sus lineamientos y con motivo del quinto aniversario del Movimiento 22 de Septiembre concentró a más de 100 mil profesores de todo el país en el estadio Azteca, donde destacó la presencia de López Portillo.

En esa época –asevera Gerardo Peláez– se privilegió la mano dura para abatir la inconformidad del magisterio, que había estallado con fuerza en esos días. En 1979 surgió la disidente Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), y en los siguientes años se llevaría a cabo una serie de manifestaciones en demanda de la democratización del gremio, y paradójicamente fue también la línea defendida por la cúpula encabezada por Gordillo en su ascenso en 1989. Entonces, varios profesores fueron asesinados: Misael Núñez Acosta, en el estado de México; Pedro Palma, en Hidalgo, y Celso Wenceslao López, en Oaxaca.

En la lista de secretarios generales dominados por Jonguitud aparecen José Luis Andrade Ibarra, Ramón Martínez Martín, Alberto Miranda Castro, Antonio Jaimes Aguilar y Refugio Araujo del Angel. Es poco lo que puede decirse de ellos, en la medida de que bajo un cacicazgo los líderes sometidos quedan borrados.

Sin embargo, el poder de Jonguitud se fue debilitando debido a los efectos de la crisis, en los años 80, que tendía a dejar el sueldo de los profesores casi en un salario mínimo, lo cual motivó la insurrección de la CNTE. En realidad, lo que le dio el tiro de gracia a ese cacicazgo fue su oposición al proyecto neoliberal –que en este ramo consistía en la descentralización de los servicios educativos– impulsado por Carlos Salinas de Gortari.

La CNTE, como veíamos arriba, se fundó en diciembre de 1979 para coordinar las grandes movilizaciones magisteriales hacia la democracia sindical, por mejores salarios y rezonificación, que tuvieron lugar en Tabasco, Chiapas, La Laguna y la Montaña de Guerrero. Surgió como una fuerza de trabajadores de la educación nacional, autónoma, independiente del Estado y de cualquier partido político.

Desde su nacimiento representó un enorme desafío a la burocracia sindical agrupada en Vanguardia Revolucionaria, que desde 1972 tenía el control del SNTE.

Hacia 1988, bajo la férula de Vanguardia Revolucionaria, era visible el rezago salarial, laboral y profesional del magisterio. Se llegó a grados de inmovilidad total en el esquema corporativo subordinado a las decisiones del Ejecutivo. Se dio, asimismo, una disputa con la SEP para conseguir la titularidad en favor de Carlos Jongitud Barrios y posiciones de representación popular en la administración educativa, el partido oficial y el Estado.

Hasta esos momentos y durante 10 años Carlos Jonguitud y Elba Esther Gordillo fueron uña y mugre. La profesora Gordillo participó de las prácticas sindicales de Vanguardia Revolucionaria sin objetarlas. Fue su beneficiaria directa. Comenzó a diferenciarse de ellas una vez que el patriarca la excluyó del círculo de los elegidos.

Tuvo lugar una manifestación de 300 mil maestros de toda la República Mexicana en demanda de democracia sindical y mejoras salariales. En este escenario, en medio de la insurgencia magisterial, el 23 de abril de 1989 circuló un comunicado de la Presidencia de la República informando que Jonguitud Barrios quedaba fuera del SNTE y de Vanguardia Revolucionaria. Se dio la renuncia de Carlos Jongitud a la Asesoría del SNTE en Los Pinos.

El gobierno de Salinas maniobró para que hubiera el reemplazo del líder incómodo por una persona a quien el Presidente y sus asesores políticos (Manuel Camacho y José Córdoba Montoya) consideraban fiel y dúctil: Elba Esther Gordillo. A los pocos días, Gordillo sería designada secretaria general. “El arribo de Gordillo no es institucional, no de acuerdo con las fuerzas políticas que se mueven alrededor del sindicato. Es una imposición del Presidente de la República”, afirma Peláez.

El “elbato”, obra de Salinas; luces y sombras

Fue un periodo de transición, en 1989. Se reúne el Consejo Nacional del SNTE convocado por el Comité de Vigilancia: tiene lugar la destitución del Comité Ejecutivo y el nombramiento de Elba Esther Gordillo.

En diciembre de ese año, la SEP presenta el Programa de Modernización Educativa. Tiene lugar un proceso de renovación del SNTE (1989-1995). Inicia el mecanismo de descentralización mediante la Movilización Sindical para la Modernización del Sistema Educativo. Elba Esther, formada en la escuela de Vanguardia Revolucionaria, establece el binomio educador-trabajo como base de la reivindicación de la participación social de los educadores.

En ese periodo, Gordillo promovió revisiones internas con el fin de legitimar su liderazgo: formó su propia corriente (la institucional) y negoció con grupos disidentes; suprimió de los estatutos la afiliación forzosa al PRI (aunque eso no desmanteló el corporativismo), puso en marcha la “Movilización nacional por la educación”; constituyó la Fundación SNTE para la Cultura del Maestro, a cuyo patronato invitó a políticos, periodistas y académicos de prestigio, como Olac Fuentes, quien fue su primer presidente y director.

Alineó a la mayoría de los vanguardistas en la corriente “institucional”, buscó –y logró en buena medida– fragmentar a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE); construyó paso a paso un proyecto sindical que viera más allá de lo laboral y de la simple “colonización” de la SEP, vista como una oposición sistemática a la autoridad: ahora, el objetivo manifiesto era influir directamente en la educación impartida por el Estado.

Se efectuó el I Congreso Nacional Extraordinario (Tepic 1990). Fue establecida la Carrera Magisterial y el salario profesional. Se ratifica a la profesora EEG en la Secretaría General. Tiene lugar la presentación ante el presidente Salinas de "Siete propuestas del SNTE para modernizar la Escuela Primaria", que delimitaba la participación magisterial ante el Programa de Modernización Educativa.

La profesora llegó con un discurso que se empalmaba con la nueva política modernizadora de Salinas, que después comenzó a hacerse realidad a través de la descentralización educativa y la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica en 1992.

En ese momento, la lideresa prometió "un nuevo proyecto sindical" para la organización más grande de América Latina (más de un millón de afiliados), y en una primera etapa dio pasos importantes en esa dirección; sin embargo, con el tiempo se inició el retroceso.

En la vida interna del sindicato, los gordillistas tuvieron que abrir espacios a la CNTE, permitiendo el reconocimiento de los comités de las secciones 9 del Distrito Federal, 22 de Oaxaca, 7 de Chiapas y unos días antes de concluir su mandato, la 18 de Michoacán.

Tiene verificativo el I Congreso Internacional "Estado, Sociedad y Educación” (1990) y el II Congreso Internacional "Sindicalismo y Democracia” (1991). En febrero de 1992, en Tepic, Nayarit, los dirigentes del SNTE celebraron su segundo congreso nacional extraordinario, cuyo resultado fue la modificación de los estatutos, la primera desde que nació el sindicato, y que fue útil para darle una "fachada democrática".

En la cima de su proyecto sindical, Elba Esther Gordillo lanza en mayo de 1992 un decálogo sobre el deber ser del SNTE, retomando añejas demandas de una disidencia magisterial hastiada del cacicazgo jonguitudista.

El documento plantea la entelequia de un SNTE democrático, autónomo, alejado de los intereses de "grupo o de camarilla", que manejara con transparencia y equidad las cuotas de los maestros. El decálogo incorpora un restringido principio de representación proporcional para la elección de dirigentes.

La séptima premisa en aquel decálogo es, quizá, la que ahora motiva mayores cuestionamientos. Gordillo decía: "En el nuevo proyecto, los dirigentes nacionales o seccionales no podrán compartir sus responsabilidades sindicales con otras actividades partidarias ni con puestos de elección popular. No habrá pretextos para confundir las prioridades de la arena partidista con las del magisterio".

Ese mandamiento se pasó por alto en todos los tiempos posteriores, con la continua utilización de los recursos sindicales para proyectos partidistas, en particular del PRI, y ahora del incipiente partido Nueva Alianza. En todo caso, se trataba de la médula del discurso reformador que iba de la mano con las políticas salinistas.

Nueva Alianza y el cacicazgo“estatutario”

Las otras dos metas discursivas de Gordillo eran la pretensión de establecer una nueva relación con el Estado, sin "restituir o remendar las viejas correas de transmisión que operaban en un solo sentido, de arriba hacia abajo: del Estado a la cúpula sindical", así como mantener con firmeza sus principios para no ser "ni claudicante ni radicalista". Gerardo Peláez señala que lo que en verdad se puso en marcha fue una nueva modalidad de cacicazgo: la "estatutaria".

En la apoteosis de Gordillo y de su mancuerna con el presidente Carlos Salinas de Gortari, ambos suscribirían el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), el 19 de mayo de 1992. Esto marcó el inicio de la reforma educativa que se pretendía fuera la de mayor impacto en la historia reciente, con dos elementos sustanciales: la descentralización, que avanzó un poco hasta ser frenada, y posteriormente el reconocimiento de la enseñanza religiosa en las escuelas privadas.

Proponía que el SNTE tejiera alianzas con organizaciones de trabajadores, de obreros, campesinos y maestros, y estableciera una nueva práctica sindical participativa y propositiva, alejada de la "castrante cultura del silencio".

El nuevo cacicazgo gordillista continuó hasta que en 1995 vivió un pequeño sobresalto. Su sucesor, Humberto Dávila Esquivel, intentó rebelarse y al término de su gestión pretendió integrar un comité ejecutivo a su gusto, pero la profesora lo deshizo todo y terminó por imponer a Tomás Vázquez Vigil, un fiel gordillista.

Durante el gobierno de Ernesto Zedillo ella no era ya la secretaria general, pero había formado una camarilla que se apoderó de la mayor parte de las instancias de decisión. Primero sin cargo alguno, y luego como presidenta del Consejo Político Nacional, Gordillo no soltó los hilos del poder; con la firma del Compromiso Social por la Calidad de la Educación, en agosto de 2002 –que nada más comprometía a cada actor a cumplir con su papel– el Presidente Vicente Fox le otorgó más poder.

Pero –señala Peláez– el triunfo del foxismo puso en una situación muy difícil al cacicazgo de Gordillo, porque jamás en la historia del SNTE hubo un liderazgo tan derechista y con un programa tan reaccionario, como ocurrió cuando se plegó al foxismo.

"Este es un liderazgo que impulsa la educación privada, que llega a acuerdos con la iniciativa privada, con las principales organizaciones de ultraderecha, como la Unión Nacional de Padres de Familia y la Fundación Vamos México, y que se embarca en proyectos como la reforma fiscal y la privatización de los energéticos y del servicio eléctrico", apunta.

Al iniciarse el nuevo siglo, EEG es secretaria general del PRI, operadora del presidente de la República, Vicente Fox, y colaboradora de su esposa. En los primeros meses del 2002, el SNTE creó una agrupación política nacional (APN) denominada Asociación Ciudadana del Magisterio, la que obtuvo el reconocimiento del Instituto Federal Electoral el 6 de agosto del mismo año. Posteriormente, el 30 de enero del 2005 con el registro de la APN Nueva Generación se realizó la asamblea constitutiva del Partido Nueva Alianza.

En esta empresa, en la que discretamente participaron diversos actores de la política nacional, esencialmente las tareas organizativas recayeron en el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE y comprendieron 54 de las 55 secciones del sindicato, donde la excepción fue la sección 22 del estado de Oaxaca.

Algunos dirigentes nacionales y estatales del PRI se refirieron a este evento como una “traición”. También se criticó la posibilidad de que el nuevo partido pudiera constituirse en un “proyecto personal” de la presidenta del CEN del SNTE y secretaría general del PRI. Dentro de las filas del SNTE se cuestionó la posibilidad de que el nuevo partido diera la espalda al PRI, su tradicional aliado político, y se advirtió que Nueva Alianza podría generar enfrentamientos al interior de las filas del magisterio.

El hecho incontrovertible es que desde la secretaría general del PRI impulsaba al Panal para oponerse al mismo PRI y acrecentar su poder. Un rasgo visiblemente esquizoide, aunque muy propio también de la “clase política”: decir una cosa y hacer otra, similar a como muchos otros que han definido su carrera sindical y su actuación política. Por ende, fue defenestrada de la coordinación parlamentaria, renunció a la diputación y se refugió en su bunker: el SNTE.
               
Del viejo PRI también le hacen cobros por su deslealtad; a partir de 2003 y con mayor fuerza en 2004, cuando la ruptura entre Madrazo (como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI) y Elba Esther Gordillo (como secretaria general) era notoria, el gobierno de Tabasco abrió al SNTE un frente nuevo: la creación del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación de Tabasco.

A su vez, 62 organismos no gubernamentales formaron la Alianza Ciudadana por la Educación, que se presentó en forma el 31 de julio de 2007 con un análisis puntual del documento del SNTE, Un nuevo modelo educativo para el México del siglo XXI, señalando sus fallas y su carácter excluyente.

Alberto Athié aseguró que la propuesta del “segundo piso” de la carrera magisterial que propone el sindicato costaría al país alrededor de 140 mil millones de pesos, sin ninguna consecuencia en la calidad de la educación (Reforma, 1 de agosto de 2007).

Sin embargo, Elba Esther no cejó en impulsar y mantener su nuevo partido, pese a las inconformidades, dentro y fuera del SNTE. El nuevo partido fue acogido en forma entusiasta como proyecto por los principales dirigentes del sindicato: podría asegurar la presencia magisterial en los congresos locales y el federal, particularmente en las comisiones de educación, y así seguir controlando las agendas educativas desde la posición legislativa; dependería menos del PRI o de los otros partidos para tener candidaturas de “maestros”; además de que el problema de recursos financieros y humanos no sería un impedimento. En suma, el SNTE encontraba más ganancias que pérdidas con el impulso de un nuevo partido.

Entonces, el partido Nueva Alianza es el resultado de una de las grandes paradojas de nuestra democracia: se trata de una organización que se forja gracias a las ventajas que otorga el régimen de libertades políticas que se impulsa con la reforma electoral de 1996, pero sus beneficiarios podrían ser actores del régimen autoritario y, particularmente en este caso, del corporativismo sindical.
Desconocida como líder de la fracción parlamentaria del PRI, la profesora se atrincheró en el SNTE en 2004 y asumió la directiva por un tercer periodo, esta vez para permanecer hasta 2008. En el congreso extraordinario de Tonatico, estado de México, que permitió su regreso formal, fueron excluidas las voces críticas y se reformaron los estatutos para permitir la reelección, aun cuando la profesora ocupaba un cargo partidario, la secretaría general del PRI, y un puesto de elección popular, la diputación federal.
En marzo de 2004 se llevó a a cabo el V Congreso Nacional Extraordinario del SNTE. Allí se aprobaron reformas estatutarias que instituyeron el puesto de presidente y secretario general ejecutivo. No hubo sorpresas: Elba Esther Gordillo fue electa presidenta y Rafael Ochoa Guzmán secretario general, de 2004 a 2008. El 7 de julio de 2007, EEG promovió su reelección de facto.

El “cochupo” con Calderón y la educación hipotecada

En el recambio presidencial de 2006, Felipe Calderón tenía una vieja deuda con Gordillo, desde que en marzo de 2006, después de la debacle del primer equipo de campaña que encabezaba Josefina Vázquez Mota, se reunieron él y su asesor Juan Camilo Mouriño con la maestra en la casa de (Fernando) González, donde forjaron la alianza para el 2 de julio y una estrategia común. En los encuentros semanales para revisar y afinar la estrategia, presididos por Mouriño y González, nunca estuvo Vázquez Mota.

Para la elección del 2006, Elba Esther la pasó llamando a gobernadores, dándoles instrucciones a los jefes estatales del Panal, presionando a los dirigentes seccionales del SNTE a favor de Calderón. La Maestra asegura el triunfo electoral de éste y recibe la Lotería Nacional; moviliza a los maestros y recibe el ISSSTE; promete los votos y recibe los vetos a la modernización educativa.

En una conferencia de prensa insólita habló de un acuerdo político en que ofreció votos del Panal a cambio de puestos públicos; en que prometió apoyo electoral a cambio de poder y del dinero que lo acompaña. Allí está la coreografía de la complicidad que el propio Presidente se vio obligado a reconocer: la victoria en el 2006 implicó que a la maestra se le respetaran posiciones reconocidas o negociadas desde la administración anterior.

En noviembre de ese año, después de que Gordillo vetó como secretarios de Educación al director del Conacyt, Juan Carlos Romero Hicks, y al director del IMSS, Juan Molinar Horcasitas, y a ella le rechazaron sus dos propuestas, Jorge Castañeda y Esteban Moctezuma, Calderón le informó que había escogido para la SEP a Vázquez Mota. Sin mucho espacio ya para moverse, la aceptó y el presidente electo le propuso que se pusiera en contacto con ella.

Ya en diciembre de 2006, al ocupar tortuosamente el poder presidencial, Calderón designó subsecretario de Educación Básica a Fernando González Sánchez, yerno de la lideresa del sindicato, y en la Administración Federal de [los] Servicios Educativos para el Distrito Federal a Luis Enrique Sánchez Gómez, otro fiel de la profesora Gordillo.

A lo largo del sexenio de Calderón, si bien es cierto que no ha obtenido tantos recursos financieros como en la administración pasada, a cambio recibió otros puestos clave en la administración federal, donde instaló a miembros de su círculo de poder: Miguel Ángel Yunes en el ISSSTE (quien renunció para buscar la gubernatura de Veracruz, y a su vez denunció a la profesora) y Miguel Ángel Godínez en la Lotería Nacional,

A tales funcionarios se agregaron legisladores afines al magisterio, como Benjamín González Roaro, ex director del ISSSTE; Humberto Dávila Esquivel, ex secretario general del SNTE y presidente de la Federación de Sindicatos de Servidores Públicos; José Ángel Ibáñez, diputado federal, defensor de Gordillo en 2003 en la Cámara de Diputados, cuando la bancada priísta la destituyó de la coordinación por presiones de Roberto Madrazo.

En julio de 2007, bajo fuertes medidas de seguridad, integrantes de la cúpula del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) acordaron ampliar de manera "indefinida" el mandato de Elba Esther Gordillo Morales como presidenta del gremio y otorgarle un "voto de confianza" para que designe en sus cargos a los secretarios generales seccionales.
 
En un cónclave realizado en Rosarito, Baja California –luego de un cambio de sede de último minuto–, los delegados asistentes al 23 Consejo Político Nacional Extraordinario votaron por unanimidad la ratificación de la dirigente como "máxima autoridad del sindicato", además de otorgarle "amplios poderes" para la creación de un consejo consultivo que podría asumir las funciones del Comité Ejecutivo Nacional (CEN).

Los trabajos fueron conducidos por Rafael Ochoa Guzmán, secretario general del sindicato, a quien se encomendó proponer la permanencia "vitalicia" de Gordillo al frente del magisterio.

Con el fin de ofrecer una mampara a sus propósitos, el SNTE organizó el IV Congreso Nacional de Educación y el II Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros, de donde emergió un proyecto “educativo” con la demanda de que el Presidente lo incorporara en el programa sectorial de educación. Con el título algo pomposo de Un nuevo modelo educativo para el México del siglo XXI, y bajo el lema de “Educar es el camino”, el SNTE reitera viejas propuestas con una retórica remozada (SNTE, 2007).

El SNTE le pide al presidente Calderón –y Gordillo fue enfática en ese punto– que decrete la creación de una comisión nacional de coordinación y concertación para la mejora educativa permanente que, con recursos fiscales, se encargue de diseñar la transformación de un sistema de grados escolares (calificado a partir de cursos, asistencias y exámenes) a otro de niveles por competencias.

Además, definirá los nuevos valores, contenidos y el perfil del nuevo modelo educativo, ligado a un proyecto de nación para un nuevo régimen. El SNTE se permite dictar a los miembros de esa comisión cuáles son los valores, actitudes, capacidades y habilidades que deberán definir (SNTE, 2007:48 y 49).

Los actores institucionales de esa comisión serían la SEP, el SNTE, la Conferencia Nacional de Gobernadores, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior y la Federación Nacional de los Padres de Familia.

Para realizar esa asignatura, el SNTE plantea la creación de una secretaría técnica, una coordinación de enlace y diez subcomisiones, una para cada reto identificado. Conforma una estructura burocrática que en 12 meses debería tener listo ese nuevo modelo educativo.

Elba Esther Gordillo declaró que ésas eran las propuestas del sindicato para la construcción del Programa nacional de educación 2007-2012;

La realidad es que actualmente, en México, el rezago educativo respecto a analfabetas mayores de 15 años de edad es de 33 millones de mexicanos y sus causas obedecen a una “herencia histórica” por insuficiencia de recursos económicos y la “resistencia cultural” que aún existe en el Estado mexicano, según el director del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), Juan de Dios Castro Muñoz.

A su vez, el ex secretario de Educación Pública José Ángel Pescador Osuna plantea que en los últimos 20 años el número de mexicanos que no concluyeron la educación básica pasó de 26 millones a 34 millones, y no porque creciera el analfabetismo sino “por la incapacidad del Estado mexicano para brindar estudios de secundaria a los mayores de 15 años”.

Según el informe “Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2007”, México continúa con la tasa más baja de los 30 países miembros en cuanto al número de estudiantes que concluyen la preparatoria o su equivalente, de tal manera que sólo 25% de los mexicanos entre 15 y 34 años cuenta con ese nivel, lo que contrasta con el 75% promedio del resto de los países de la OCDE.
 
De igual modo, se destaca que la mayoría de los recursos que destina México para el sector se van al gasto corriente, por lo que en primaria, secundaria y el nivel universitario sólo 2.7% es asignado al gasto de capital, comparado con 8.2% en promedio que destinan las otras naciones para los grados básicos y 11.6% para el nivel superior.

Broche de oro: La “Santa Alianza” del desprestigio

TERCER ACTO: El 4 de julio de 2011, tras las elecciones mexiquenses, el dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, dijo que su partido "obviamente" está interesado en aliarse con el Partido Nueva Alianza, que ya dirige la hija de la lideresa magisterial, Mónica Arriola.

Humberto Moreira habló de la "coincidencia de proyectos" entre su partido y el Panal rumbo al 2012. Una larga lista de tangos irregulares que el PRI opta por desconocer cuándo declara que La Maestra es "amiga" y "mantiene uno de los liderazgos más consolidados del país".

Así, la baza que esperan recoger los jugadores es complicada y el tiro puede salir por la culata. La Maestra tiene todas las de ganar, a menos que algún engrane dentro de la locomotora que es el SNTE brinque de pronto y haga descarrilar al convoy; aunque parece poco previsible. Pero habrá que ver hasta dónde aguanta la liga de la educación secuestrada.

Por su parte, el PRI, que sigue jugando desde la oposición aunque vaya en caballo de hacienda, tal vez llegue a lamentar los pesos muertos de desprestigio que son la misma Elba Esther y el PANAL, que así como suman votos cautivos también pueden acarrear votos de rechazo; y lo mismo sucede con el partido-negocio Verde, del junior-fascismo, que ofrece alegremente la pena de muerte para seguir lucrando en la bussines-política.
 
En los tiempos del twitter y el Facebook, tal vez los indignados de huarache podrán dar un susto electoral a esa Santa Alianza que hace cuentas alegres de regreso al autoritarismo rampante y las arcas del “pónganme donde hay”. Y se clausura así con broche de oro ese gran gambito que ha sido la política educativa en México, donde los únicos que pierden son las nuevas generaciones de mexicanos y el futuro sin futuro de nuestro país. Futuro que habrá que cambiar.

REFERENCIAS:

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Claudia Herrera Beltran, “En 13 años Gordillo acabó con el sueño democratizador del SNTE”, La Jornada, Domingo 15 de mayo de 2005, http://www.jornada.unam.mx/2005/05/15/003n1pol.php
Laura Poy, Antonio Heras, “En secreto consuman el elbazo en el SNTE, La Jornada, domingo 8 de julio de 2007, http://www.jornada.unam.mx/2007/07/08/
Nayeli Cortés y Francisco Reséndiz, “Expulsa el PRI a Gordillo; prevén crisis en el partido”, El Universal, Viernes 14 de julio de 2006.
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