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CUADERNOS DE EDUCACIÓN SINDICAL # 86

LETRAS INGLESAS Y NORUEGAS

Armando Altamira Gallardo

 
 

 

Una educación sólo puede
 recomendarse por el tipo
 acabado que produce, jamás
por consideraciones puramente teóricas.
(Paideia, Werner Jaeger)

 

   
       

ROBINSON CRUSOE Y SUS INÚTILES AñOS DE SOLEDAD

Daniel Defoe

28 años con 2 meses y 19 días estuvo Robinson Crusoe viviendo el la Isla de la Desesperación. Hasta ahí fue arrojado por una tormenta en alta mar que estrelló el barco en el que viajaba y acabó desbaratándose en los arrecifes. Murieron todos sus compañeros de viaje y quedó solo. A la isla  había llegado de manera involuntaria el 30 de septiembre de 1659.Al menos 20 años se la pasó sin poder hablar con algún humano. En la desesperación, al cabo de ese tiempo, domesticó a un loro y le enseñó a decir su nombre.

Varias veces tuvo que jugarse la vida luchando contra los salvajes que solían llegar de otra isla,  a practicar el canibalismo. En una de esas, un día viernes,  logró rescatar a un caníbal que iba a ser devorado por otros caníbales enemigos. Le puso por nombre “Viernes”. Por fin tuvo con quien platicar. Le enseño a hablar el ingles, le leía la Biblia y lo instruyó en el manejo de las armas de fuego que había rescatado del naufragio. Lo hizo porque tenía la necesidad de compañía. ¡Pero sobre todo para contar con un criado a quien poder ordenar!

La gran lección que aprende es lo vital que resulta poder comunicarse con otros. También que, si la humanidad volviera a empezar, recorrería el mismo camino que nos relata la antropología: descubrir y hacer el fuego, buscaría la cueva para protegerse de los peligros naturales, mataría animales para comer y vestiría con sus pieles e inventaría herramientas.

Descubriría la agricultura y el pastoreo, incursionaría en los terrenos de la filosofía. En los momentos de enfermedad dirigiría los ojos al cielo y pediría a alguien que le ayudara. Puesto en la disyuntiva, mataría a otros para sobrevivir. Volvería al canibalismo ritual De la misma manera volvería a surcar los mares para ir a África y, sin siquiera manifestar el menor escrúpulo, comprar negros como esclavos para que trabajaran sus tierra en Brasil. Escribiría otra vez la Biblia y la leería a diario, al caer la tarde, todo lleno de recogimiento y espiritualidad.

 Con veinte años de soledad y deseoso de poder reintegrarse al mundo de la gente, escogería otra vez a Inglaterra para vivir, pese a que apenas la conocía, y rechazaría Brasil, país con el que estaba familiarizado y tenía ahí sus tierras y su fortuna, ¡porque este país es católico y el otro protestante! Remontaría con esfuerzos físicos y gran  voluntad, la enorme cuesta de cubrir e inventar la tecnología.

Sobre este personaje se han imaginado incontables metáforas. Una de ellas es la inmensa soledad que vive el hombre moderno en medio de la multitud. Y su proverbial incapacidad para comunicarse cara a cara. Con vehemencia busca a sus semejantes a través de los medios, la televisión, la computadora o la telefonía celular, pero cara a cara no tarda  en entrar en conflicto con ellos.

Robinson Crusoe es un personaje inventado por el escritor Daniel Defoe. Se le ocurrió la idea al conocer el relato sobre un hecho real. Un marinero llamado Alejandro Selkrik, piloto del galeón “Cinque Ports”, zarpó de Inglaterra en mayo de 1703. Durante la travesía tuvo dificultades con el capitán del barco, a tal grado que pidió que lo dejara en una isla. Esta isla se llamaba “Más a Tierra” (ahora “Robinson Crusoe”). Se encuentra en el archipiélago de Juan Fernández, situado a unos 670 kilómetros de la costa chilena.

Permaneció en ella 4 años y medio, hasta que fue rescatado por el Duke, navío comandado por el capitán Wooden Rogers. Estos tripulantes fueron los primeros que escucharon la historia del solitario. Al regreso a Inglaterra el capitán escribió y publicó un relato sobre las aventuras de Selkrik. Lo mismo harían el oficial del Duke y un periodista de Inglaterra.  Así llegó el asunto a oídos de David Defoe que consideró que el relato daba para más y 4 años después publicaba la novela Robinson Crusoe. Tal cosa se le facilitó porque él mismo era un tipo aventurero que estaba familiarizado con la vida del mar.

México en 1827 visto por Ward

H. George Ward

 “Viajeros”, “Expediciones científicas”, “Gambusinos”...Todos quieren conocer las potencialidades de México apenas Hidalgo ha dado el grito de independencia frente a Francia, y que en seguida se dirigirá contra España. Se tenía horror por el curso que había llevado la Revolución Francesa y de plano ya no se toleraba a los “gachupines”.Humboldt de Alemania y Poinsett de Estados Unidos son los primeros en llegar. El primero mide la altura de las montañas, estudia las minas y se mueve en el ambiente de los hombres de la ciencia. El otro es un simple viajero (después regresará a México como Plenipotenciario y primer Embajador de su país) que observa a la sociedad, el estado en que se encuentran los caminos, establece logias para los intelectuales mexicanos  y se mezcla con los militares.

Son los Lawrence de Arabia que envían a  sus respectivos gobiernos informes puntuales de lo que hay en el subsuelo y en la superficie del país. Tras estos ilustres hombres llegarán a Veracruz los ejércitos invasores... Después de tres siglos de un control absoluto de la libertad de expresión, por parte de España, los mexicanos les abren sus brazos y  dan la bienvenida sin pensarlo dos segundos.

Procedentes  de países anglos, los nuevos visitantes incluían siempre, como requisito para decidirse a invertir en México, el tema de la libertad de cultos. Les interesaba introducir el cristianismo liberal en un ambiente cristiano romano (Igual harían en Japón en 1945 y en Irak en 2003). Casi todos los insurgentes eran católicos, y abundaban los caudillos – sacerdotes, pero necesitaban dinero para reconstruir minas y presas...

En este panorama social mexicano también llega Henry George Ward, Encargado de Negocios de su Majestad de Inglaterra, a las costas de Veracruz. Los caudillos mexicanos del momento también  lo esperan con los brazos abiertos. Necesitan reconocimiento político y  esperan que invierta su capital. Los caudillos tienen tan sólo una década en la lucha y se revelan, a pesar de eso, como  experimentados negociadores. Empero, los otros, los extranjeros, tienen mil años de experiencia...

Más esos viajeros eran tan preparados académicamente que, sin excepción, dejaron trabajos de “observación” que a la postre resultarían verdaderas joyas de la “literatura de viajes” enfocados a los más diversos aspectos que eran de su interés tales como la minería, política, historia,  arqueología (cuando en México ni se soñaba que existiera esta ciencia de la antropología), sociología, economía, potencialidades geográficas como selvas, ríos...

Ward observa que, con una patente falta de visión, los insurgentes habían destruido las presas de las que se alimentaban la extensas tierras de las haciendas de los españoles. Cuando cesó la contienda los insurgentes se encontraban dueños de una tierra yerma y sin dinero para reparar  esas  presas. Lo mismo sucedió con las ricas minas. El gran Tiro General de la mina la Valenciana de Guanajuato ya había costado a los españoles un millón de dólares en 1801. Y se siguió invirtiendo en ella durante años. En 1810 las tropas de Hidalgo la inutilizaron y en 1818 fue destruida por los seguidores de Mina. Después se necesitó concesionar este importante lugar a la Anglo Mexicana Association para que volviera a producir. 

Al cerrara una mina se caía la economía de la región. Los labradores, artesanos, pequeños ganaderos o pastores dependían en mucho del poder adquisitivo de los obreros mineros. La   historia oficial nos ha impedido realizar un trabajo más a fondo y ver en realidad para quiénes trabajaban, consciente o inconscientemente, algunos de estos caudillos. Con el argumento de quebrar la economía de los españoles acababan con lo que sería el patrimonio de los mexicanos. Individuos que de pronto aparecían en nuestras costas al frente de un grupo de rebeldes armados y pertrechados,  “con dinero de sus propios bolsillos”,  y al grito de ¡Viva la Independencia de México!, quemaban sus ricas tierras de café, destruían sus fabulosas minas y volaban las grandes presas!...  

Otra de las observaciones que hace Ward es que fue desde los lejanos tiempos de la colonia, y durante prácticamente los tres siglos que ésta duró,  que nuestra ecología sufrió un grave daño. Lo que les interesaba sobre todo a los españoles, desde los días de la conquista, era la extracción de la plata. Para tal actividad se necesitaban enormes cantidades de madera que satisfacían cortando árboles de todos esos bosques de la amplia franja norte de Pachuca,  como es Tulancingo, Chico  hasta Zimapan, en los que se encuentran ubicados los macizos montañosos de importancia alpina de los Frailes, las Monjas, las Ventanas, Peñas Cargadas.... Y más allá los bosques de Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas...

Ward insiste que  la guerra de independencia trajo la casi destrucción de la exitosa industria de la minería en México.  Pero dada la tecnología y el capital, que era necesario para volver a echarlos  a andar, estos no se encontraron a la mano y los mexicanos, ya independientes, tampoco pudieron beneficiarse de las minas, ahora suyas. Muy relativamente suyas: “En 1826 estaban establecidas allí ( en la región de Temascaltepec) cinco compañías, dos inglesas, dos americanas y una alemana; no había una sola mina explotada por alguna compañía mexicana a pesar de que el señor Septión, del tribunal de Minería, es propietario de una, San Francisco de Paula, para la cual todavía está buscando quién le proporcione avío” ( Ward, “México en 1827”, Fondo de Cultura Económica). 

La prosa de Ward, elegante, sencilla y culta, descubre una educación de las mejores universidades europeas de su tiempo. Aun en pleno siglo veintiuno es agradable leerlo. Sobre todo si recordamos que a la sazón, en el diecinueve, algunos de  los  mejores  escritores mexicanos  se esforzaban por llenar sus escritos de citas en latín y un español muy rebuscado.  Ward mezcla, con cuidadosa dosificación, el dato exacto y la sabrosa  anécdota.

Podemos imaginar una pequeña expedición inglesa que atraviesa el bárbaro y muy pobre territorio mexicano, carente de caminos para carruajes. Sólo senderos para animales de carga, llevando consigo tiendas de campaña, camas de latón y sirvientes. Además  un surtido vestuario para cambiarse de ropa a la hora de tomar el te, lo que hacen en pleno campo abierto o entre la agreste montaña. Evita describir el absurdo de cómo hacían sus necesidades fisiológicas en un país donde no se conocían los elegantes “retretes” de Inglaterra.

 Sobre todo es muy cuidadoso en sus expresiones que escribe de las gentes, los lugares y costumbres de México. Al final,  como a Lawrence de Arabia le pasó con las arenas del Cercano Oriente, parece que Ward fue conquistado por México. Llegó a tomar, con agrado, pulque y pidió al conde de Regla que le llevara a bautizar a una de sus hijas...  No obstante, después de eso, un día aparecerían los buques de guerra ingleses frente a las costas de Veracruz...

MIDDLEMARCH
George Eliot

Es la historia de las fuerzas vitales que produjeron lo bueno de la sociedad del mundo como ahora lo conocemos. Y son fuerzas tan absolutamente anónimas, que los individuos que las encarnaron, nacieron y murieron, ahora nadie sabe de ellas. Hay personajes de la sociedad de un pueblo inglés, no lejos de Londres, que se llama Middlemarch. Pero que fundidos en la historia propiamente del pueblo, el factor tiempo se encarga de enviar a esos personajes al anonimato. Pasan a ser una referencia, un dato, un número y, después, el olvido.

Middlemarch está en todas partes. ¿Cuántos trabajadores, hombres y mujeres eminentes de la ciencia y las letras, de la administración y rectores, ha tenido la Universidad Nacional Autónoma de México? Existieron, y fueron tan reales que por varias décadas ocuparon un lugar en el espacio físico universitario y en su nómina de pagos. Vivieron alegrías, esperanzas, tedios y conflictos. Pero después el tiempo fue borrando su memoria hasta casi desaparecerla. ¿Cuántos conocemos a los rectores y directores de los tiempos de la Colonia española? De los cientos sólo quedan, en alguna apartada galería, retratos de algunos de ellos. Y esos retratos mismos son tan ajenos a las nuevas generaciones que es como si nunca hubieran existido.

En Middlemarch, novela tan extensa como La Montaña Mágica, de Thomas Mann, la autora no ha podido desprenderse del todo del tratamiento decimonónico de la literatura europea de entonces. Principio, desarrollo y final. Y final feliz. Pero aquí la escritora se aparta y en las últimas páginas quita a sus personajes su aureola de fin de cuento feliz. Les da, como el título de la novela lo dice, un tono medio. Efectúa al final un movimiento sinóptico de varias generaciones de gentes en Middlemarch y todo vuelve a perderse.

 Es, efectivamente, como dice el subtítulo de la obra, un estudio de la vida de las provincias inglesas de ese siglo. Middlemarch es un pueblo en el que campea el riguroso espíritu metodista. Una falta en la conducta y todo amenaza con resquebrajarse estrepitosamente. “Todo el mundo prefería hacer conjeturas a saber simplemente la verdad”. Al banquero Bulstrode se le descubre algo turbio que hizo mucho tiempo atrás y esto bastó para sacar a mención su origen judío y provocar un escándalo que de hecho casi llega a ser el leit motiv de la enorme novela.

No obstante, hay que decir que George Eliot es una de las escritoras que tratan con la mayor delicadeza, equilibrio y conocimiento, la cuestión religiosa. Sus referencias a la vida inglesa protestante, a la “cuestión católica” y a la muy difusa presencia judía. No se erige en defensa de una ni levanta la espada contra la otra.

Hay pocos personajes. Y estos se mueven por pareja. Lydgate, médico, con su compañera Rosamond. Will Ladislaw, artista y político, con su compañera Dorotea Casaubon. Nicholas Bulstrode, banquero y prestamista, con su chantajista John Raffles. Pequeños burgueses cuya meta en la vida es mantenerse en ese nivel de la sociedad, evitando caer al nivel de más abajo, que los enviaría al anonimato de las ciudades. La religión juega aquí su rol social. Un personaje le pregunta  a otro: “¿Sigues en la línea de los disidentes? ¿Vives todavía como hombre devoto?  ¿O te has pasado a la Iglesia anglicana por más elegante?

En Middlemarch las clases sociales reproducen sus costumbres. En una colonia popular una pareja no le da muchos rodeos a su relación. Se ven, se gustan, se besan, se tocan y se reproducen. En el estrato social al que pertenecen los personajes de Middlemarch se ven los enamorados y, mucho antes de darse el primer beso, siquiera, hay un diálogo más o menos en los siguientes términos: debo marchar al extranjero para labrarme una fortuna y hacerme digno de su amor. Volveré con los años si usted me lo permite. Y la otra le responde: vaya y haga lo que se ha propuesto. Lo esperaré todo el tiempo que usted necesite.

El ritmo de la novela es, efectivamente, decimonónico. Se desarrolla en un país en el que no eran raros los lectores de libros. Una sociedad en la que una de sus figuras centrales era el libro. Son novelas extensas porque hay lectores de novelas extensas. La trama, lineal o enmarañada, era preferible con tal que no se acabara. Así eran los lectores y así eran los escritores. La autora parece referirse a esto cuando dice: “Hay que aprender a vivir en el aburrimiento”

Otra  frase de la autora podría servir como corolario de esta novela: “Cuando las mujeres  quieren, los hombres aprenden a reprimir su mutua antipatía”. Porque, en efecto, en Middlemarch los hombres disponen pero a la postre las mujeres deciden…  

La Carta
W. Somerset Maugham

 “Un amor  templado es mucho más duradero que un amor violento que somete al individuo entero y lo hace juguete de las pasiones”. Esto lo dijo Wilhelm Stekel, psiquiatra alemán, hace casi un siglo en un tratado que escribió sobre la psicopatología de la vida amorosa de la mujer. Las palabras de Stekel podrían servir de epígrafe para este cuento del novelista inglés W. Somerset Maugham titulado “La Carta”.

Sigue diciendo Stekel: “Las potencias repulsivas que aspiran a la separación reaccionarán con mayor violencia... Hay pequeñísimas  disonancias y un día tiene lugar la catástrofe; el odio explota con una violencia elemental. El odio aspira a la destrucción del individuo odiado”.

El cuento de W.Somerset Maugham comienza cuando una mujer, Leslie Crosbie, descarga seis tiros de pistola sobre un individuo llamado Hammond. Dijo que había intentado violarla. Enseguida llega John Witers, el jefe del distrito. Tres horas más tarde llega también Roberto Crosbie, el esposo de Leslie. Tanto él como sus amistades comprenden a Leslie y se afanan en rodearla de atenciones. De seguro, dicen, las autoridades tomarán en cuenta que Leslie  haya defendido su libertad y su persona. Claro que  está el extraño detalle que cuatro de los seis tiros hayan sido disparados cuando el cuerpo de Hammond se encontraba ya en el piso...

Hay que tomar en cuenta que la homosexualidad de este gran novelista que es Maugham lo va a llevar a repetir el estereotipo que desempeñan las heroínas de sus novelas y obras de teatro. Capaces de las actitudes más violentas. En contratesis de la actitud mesurada de los hombres. Así fue en sus novelas “Servidumbre Humana”, “Al Filo de la Navaja”, “La Otra Comedia”...

Leslie fue acusada de asesinato y encarcelada a pesar de que todos estaban de acuerdo en que había obrado en legítima defensa. El proceso duró varias semanas. Ella demostraba una entereza enorme y causaba la admiración de los jueces por la precisión de su relato. Roberto, el esposo, estaba indignado de la lentitud de la justicia y muy especialmente de que la última audiencia del día siguiente fuese pública. Al final Leslie fue absuelta por los jueces y se convirtió en heroína. De inmediato pudo reunirse con su marido en su plantación de caucho, en la que vivían, y en la que había tenido lugar la tragedia, en los alrededores de Singapur.

Mientras duró el proceso se habían desarrollado algunas situaciones que darían un giro a los acontecimientos. Un abogado chino, llamado Ong Chi Seng, sabía de la existencia de una carta que Leslie le había enviado a Hammond. Le pedía encarecidamente que se reuniera con ella en su casa.

En realidad Leslie y Hammond eran amantes pero éste estaba a punto de abandonar a Leslie. Había otra mujer de por medio, una china. Leslie le reclamó a Hammond y hubo una escena de celos muy fuerte. Pero al final Leslie terminó aceptando la situación al declararle que no podría vivir sin él. No obstante, Hammond se mantuvo firme en su intención de dejarla e irse a vivir con la china. Y esto fue lo que Leslie no pudo soportar. Aceptaba el triángulo pero no que la dejara por la otra. Fue cuando sacó el arma y le disparó dos balazos mortales. Y aun muerto Hammond, y yaciendo en el suelo, le disparó otros cuatro balazos.

El chino Ong Chi Seng le dijo a Joyce, un amigo de la familia de Leslie, que tenía la carta y que la china pedía por ella diez mil dólares. Era una cantidad enorme y Joyce tuvo que decirle la verdad a Roberto, el esposo de Leslie. De otra manera la carta iría a dar a manos de los jueces y el caso se reabriría. Leslie seguramente sería condenada a morir ahorcada.

La carta se pagó, Leslie quedó libre definitivamente, la verdad del asunto se puso al descubierto al interior de la familia  y Roberto abandonó a su esposa. Los que lo conocían sabían que a la postre acabaría regresando con Leslie pues la amaba y era un hombre noble.

Fatigada y soñadora, Leslie bajó al jardín. La Luna la perseguía por el camino, alcanzando su figura vaporosa donde no la cubrían las sombras profundas de la plantación y, por un segundo, iluminó también otra figura que sigilosamente pasó detrás...Joyce y Roberto salieron alarmados a buscar a Leslie cuando pasó el tiempo y se percataron que no regresaba. Fueron llamándola por el jardín. De pronto tropezaron con un cuerpo inerte al borde del camino. Era Leslie que yacía muerta.“En el suelo brillaba una daga china y junto a la hoja, húmeda y letal, parecían destilar odio los ojos fosforescentes de un dragón”. Leslie no perdonó a Hammond que la dejara por la china y la china no perdonó a Leslie que hubiera matado a Hammond...

EL AMANTE  DE  LADY CHATTERLEY
D.H. Lawrence

Es la novela de la incompatibilidad de caracteres entre sus personajes. En esta obra de D. H. Lawrence todos se detestan. Excepto la  pareja de amantes, que en el corto plazo parece llevarse bien. Después quién sabe. También reniegan de la clase social en la que se encuentran. Sólo Clifford, el aristócrata, sabe que ese es su lugar. Ha nacido para dirigir y se ha preparado en consecuencia.

Es una larga y penosa enseñanza. Cada individuo humano es algo particular. Fue hecho con la misma tarjeta geonómica que el resto de la especie a la que pertenece y, sin embargo, no hay otro como él. Si pudiera vivir él solo tal vez sería feliz. Pero no puede. Decide vivir con otro individuo humano. Y esto muchas veces es el principio del fin para dos individuos humanos. Cuando  descubren la situación esta suele tener ya muchas raíces o marañas. No se dice yo soy así, yo quiero vivir así, yo pienso así. Hay recriminaciones cruzadas  del uno hacia el otro. Tu vives así, tu eres así.

En rigor los dos tienen razón tratándose de su individualidad. Pero, ¿por qué tuvieron que mezclar su vida con la del otro? No hay compatibilidad de caracteres. Sexualmente llegan a no entenderse. Culturalmente hay grandes  desigualdades que dificultan el diálogo. A la postre los personajes no sabrán qué es peor, si vivir solo o vivir con alguien. Las mesas de los juzgados están repletas de las carpetas del odio que solicitan divorcio urgente.

Constance Steward Reid se une con Clifford Chatterley cuando a éste le dieron, en 1917, un mes de permiso, en los frentes de batalla, para que fuera a descansar a Inglaterra. Se casa con Constance y regresa a las duras batallas de las trincheras. Medio año más tarde Clifford es regresado a su mansión Wragby, en la población de Tevershall, completamente destrozado por las heridas físicas. En adelante vivirá en una silla de ruedas y no puede tener relaciones sexuales. Necesita un heredero a fin que continúe con la tradición familiar, el apellido Chtaterley y con los negocios de las minas de carbón de las que es propietario. Llega el momento que le dice a su esposa que debería tener un hijo y él lo recibiría como suyo, con todos los derechos de heredad. ¡El lo formaría para  líder industrial y financiero! Una situación semejante, respecto esto último,  será también el tema  que más tarde escribirá Ernest Hemingway en la novela “Ahora brilla el Sol”. Un soldado que regresa invalido del frente de batalla, una mujer joven y hermosa, amores de ésta con otros hombres...

Un día Constance conoce al guardabosques de la propiedad de Clifford Chatterley. Cuando ni siquiera han entablado amistad, empiezan a hacer el sexo, sin barrera y sin medida y con los días llegan a enamorarse. A Constance le aburre la intelectualidad de su esposo, el cual también es escritor y publica libros. Antes, para escapar de esta situación, tan falsamente refinada a sus ojos, había tenido aventuras con un tipo extraño llamado Michaelis. Luego se sentirá atraída por el guardabosques, quien a su escasa cultura la llena con una sensualidad tal que hasta le ha dado cierta fama de “salvaje” en el pueblo cercano Tevershall. Constance se siente tan enamorada y atraída  que abandona toda posición, que tenía en la alta sociedad, con tal de vivir junto al guardabosques.

Los amantes no tardan  en odiar al marido, a quien hacen culpable de que ellos no puedan vivir su amor con plena libertad. El guardabosques se llama Oliver Mellors. Este también es casado y vive separado de su mujer desde un tiempo atrás. También a ella llegan a considerarla  culpable de la falta de libertad de los amantes. Al final estos deciden abandonar todo, con miras a vivir juntos, cuando ambos hayan logrado sus respectivos divorcios.

Así fue como Constance escapó del mundo aburrido que vivía con su esposo. Aquí Lawrence recurre al cartabón del marido aburrido  para una especie de justificación de la mujer que se busca un amante. Igual  hicieron Ibsen, Tolstoi y Flaubert. Julia, personaje de Sade, es de la pocas mujeres que decide importarle poco todo mundo, empezando por su virginidad, con tal de convertirse en una diosa increíble del sexo. Hasta la misma Mesalina, ¡increíble!, se refugió en lo blandengue de su marido, el emperador Claudio, para dedicarse prácticamente a la prostitución.

El caso es que la emoción, de la amistad ilegal con Mellors, le dio nuevo sabor a los salvajes  días de sexo que siguieron. Después el cielo empezó a oscurecerse. Muchas complicaciones presentidas para el futuro. Muchas complicaciones en sus pláticas que rememoraban el pasado de cada uno de ellos: “No sé lo que soy. Veo venir días muy negros” dijo el guardabosque a Constance.   

Esta novela se va mucho por los tonos grises. Le falta color. Después de todo la vida tiene sus momentos de nube color de rosa. En la realidad las risas se alternan con los conflictos. Este es el desbalance de la obra. Recuerda lo sombrío de la novelística de Dostoweski. Como si un fotógrafo pusiera en su cámara con película de color un filtro de color. Dominaría este color y los otros colores se saldrían de balance.

Desde luego, en la novela encontramos situaciones que nos dan idea del contexto social en el que se desarrolla el trabajo. Los obreros  de las minas de carbón son individuos pobres, tristes y sin esperanza de mejorar su presente ni   planear su futuro. Algunos de la clase alta ven con repugnancia lo vulgar  que es la vida de la gente del pueblo. También algunos pensamientos de valor respecto de la actitud del humano como aquel que “la juventud anda tras la inmortalidad y la ancianidad busca la sensualidad”.

Macbeth
William Shakespeare

 Macbeth era un general del ejecito de Escocia y el rey de este lugar se llamaba Duncan. El rey tenía dos hijos: Malcolm y Donalbain.

Macbeth vivía tranquilo y agradecido con su rey al que le debía honores. Pero la ambición de su esposa lo empujó a pensar en matarlo para que Macbeth ocupar su lugar. Duncan decide que Malcolm, su hijo, le suceda en el trono. Es el momento en que Macbeth, que de algún modo abrigaba la esperanza de llegar a ocupar el trono de Duncan, a la muerte (natural) de éste, se ve contrariado.

Pero también casi horrorizado al descubrir que en él se mueven fuerzas oscuras poderosas: “Se presenta un obstáculo que detiene mi avance, o que debo saltar si sigo hacia delante. Ciéguense las estrellas. Que su luz no ilumine mis oscuros deseos. Que mis ojos no miren  lo que harán estas manos. Que se cumpla, no obstante, lo que odiarán los ojos si llega a realizarse” .

Es en ocasión de una visita que el rey Duncan hace al castillo de Macbeth, que Lady Macbeth, urge a su esposo a que lo mate: “Jamás verá el mañana!...Para engañar al mundo hay que ser como el mundo… aparenta el aspecto de la inocente flor, pero sé la serpiente que bajo ella se oculta. Del que está por llegar debemos ocuparnos”.

Hasta ese momento Macbeth es sensato y habla con reconocimiento de la persona del rey Duncan: “Seguir con este asunto es imposible. De honores me ha colmado. He adquirido una fama dorada entre  las gentes  y quisiera lucirla  con todo su esplendor en vez de desecharla con tanta rapidez”.

Su esposa lo azuza: “ “¿A pesar de que quieres poseer lo que estimas ornato de la vida , como un cobarde  vives ante tus propios ojos dejando el no me atrevo en pos del yo quisiera, igual al pobre gato que por temor al agua se queda sin pescado”.

Cuando Macbeth por fin lleva a cabo el regicidio, empieza a matar para culpar a otros. Culpa de la muerte a los dos guardias del rey. Macbeth también asesina a los guardias  para callarlos.

Malcolm y Donalbain, los hijos de Duncan  se sienten inseguros. Donalbain dice: “Aquí, bajo las sonrisas se ocultan los puñales”. Malcolm decide irse a Inglaterra y Donalbain para Irlanda.

Macbeth sigue matando para permanecer en el poder. Banquo es otro general del ejército de Escocia que, ante todo el ambiente de crímenes que ha provocado Macbeth en la corte, se cree llamado a ocupar el trono. Macbeth decide enviar a los asesinos para que también lo maten. Aquí Shakespeare ofrece una pincelada maestra de psicología. Cuando Macbeth  envía al asesino, este le asegura su profesionalismo y  que cumplirá con su cometido: “Yo soy un hombre, Alteza, a quien los viles golpes o insultos de este mundo han ofendido tanto que ya no me da miedo hacer lo necesario para ofender al mundo”.   En efecto, Banquo es asesinado.

En esta parte del relato Shakespeare introduce al espíritu de Banquo, al estilo de Hamlet, e inquieta a Macbeth. Sirve para descubrir el estado de perturbación mental  en el que se encuentra ya Macbeth., provocado por  tantos crímenes que ha cometido.

Finalmente Macduff, un noble consigue ayuda del monarca de Inglaterra para ir contra Macbeth.
El ambiente de la corte  se convierte en algo insoportable para el mismo Macbeth y para los demás. En “Antonio y Cleopatra” Shakespeare escribió: “La Historia nos enseña  que ningún hombre sigue siendo deseado una vez que ha conquistado el poder”.

 La ambiciosa esposa tampoco soporta el cauce que han seguido los acontecimientos y muere. Cuando enferma llaman al médico. Una dama de compañía suya le informa que tiene obsesión de la suciedad: “Eso es corriente en ella; como si se tratara de lavarse las manos. La he visto hacerlo durante un cuarto de hora”. Y Lady Macbeth exclama: “Siempre está aquí el olor. Ni todos los perfumes de Arabia purificarán esta pequeña mano mía”. Enseguida muere.

En ese momento entra un mensajero y le dice a Macbeth que el bosque empezaba a moverse. Una bruja le había vaticinado a Macbeth que moriría cuando el bosque se acercara a él. Desde entonces permanecía en el interiore de su castillo.  Las ramas que  se acercaban eran Malcolm, hijo del rey Duncan, acompañado de otros nobles de Escocia.y del ejército inglés, y lo hacían cubiertos de ramas de arbustos, en camuflaje, hacia el castillo de Macbeth.

Los bandos entran en combate.  Macbeth sostiene un duelo con Macduff. Al final esta actitud valiente es la que, según la ética guerrera de la época, lavará la sangre de todos los asesinatos cometidos por Macbeth. Macduff, el noble de Escocia, da muerte a Macbeth y le corta la cabeza.

Siward, conde de Northumberland, general de las tropas inglesas, es proclamado rey de Escocia. Pregunta cómo murió Macbeth. Peleando cara a cara. Y Siward exclama en su honor: “¡Pues entonces que sea un soldado de Dios! Tuviera tantos hijos como cabellos tengo. A todos desearía una muerte tan bella¡ Que éste sea su réquiem!

Con Shakespeare se cierran los tiempos. Así lo dice uno de sus biógrafos. No hubo un escritor tan grande como él ni lo hay ni lo habrá: “Es el escritor más grande de todos los tiempos”. Lo cierto es que cuando la psicología, como ciencia, estaba en pañales en el siglo dieciséis, este escritor pudo hurgar muy hondo en la mentalidad del humano, le fue posible describirla de manera extraordinaria sobre el papel y, por si esto no bastara, interpretó sobre el escenario del teatro alguno de los personajes que había creado.

Y, sin embargo, al igual que con Homero y con Bruno Traven, algunos escritores, contemporáneos de Shakespeare, aseguran que éste ni siquiera existió. Fue, decían, algún poeta ilustre de su tiempo, deseoso de pasar anónimo. O bien algún mecenas culto, que decidió en algún momento, para tener más libertad de creación frente a los poderes políticos, y también frente a los prejuicios de los protestantes puritanos  que tanto fastidiaban cerrando teatros, decidió ponerse el seudónimo de “William Shakespeare”.

 Es como negar la existencia antropomorfa por medio de lo cual la gente  deshumaniza a sus autores favoritos y los mete en la dimensión de la leyenda.

Sin embargo este autor tiene un árbol genealógico.  Asimismo, los nombres de los padres y de sus familiares posteriores. Shakespeare nació el 23 de abril de 1564 y fue bautizado al día siguiente en Stratford-upon-Avon. Fue hijo de un próspero comerciante y de Mary Arden, hija de un terrateniente católico. Los biógrafos destacan esto de católico por tratarse de que el cristianismo romano era en ese tiempo una situación excepcional, debido a la reforma protestante instituida desde el trono de Inglaterra. 52 años más tarde, el 23 de abril de 1616, sería enterrado en ese mismo templo de Stratford.

De creencias religiosas cristianas muy cerca a Roma, su vida en la corte de Inglaterra, donde se encontraban los mecenas tanto para artistas como para financiar las representaciones de sus obras, fue difícil. La reina apoyaba a los grupos de teatro pero los puritanos perseguían a la gente de teatro por considerarla de moral relajada. La desinhibición necesaria para la gente de teatro la tomaban como degeneración de las costumbres de la sociedad en general. Este fue el ambiente político y cultural en el que se movió Shakespeare:

“Los puritanos actuaban conforma a los preceptos de Lutero o Calvino y defendían unos valores morales muy estrictos. Pronto los puritanos  ingleses pusieron  sus miras en acabar  con los espectáculos y las funciones teatrales, por encontrarlos moralmente despreciables. A partir de 1590 la influencia puritana en las provincias inglesas se agudizó  y este aumento se apreciaba  especialmente en Londres” (“Shakespeare”, Má. José Rodríguez, Edimat, Libros, S.A.)

Durante el reinado de Isabel I, el tiempo de Shakespeare, las obras de teatro, los inmuebles y el ambiente fueron propicios para el arte de la representación teatral. Se le conoce como la época del teatro isabelino. Si bien las condiciones generales  del reino dificultaban el libre desarrollo de la representación teatral. El padre de Isabel I fue Enrique VIII que protagonizó una ruptura tajante con Roma.

Lord Jim
 Joseph Conrad

Esta obra trata de una virtud que, lleva al extremo, queda convertida en una auténtica ruina moral. Para el personaje no hay ciencia ni religión. No hay psicólogo ni sacerdote. En lugar de buscar el remedio para su mal, practica la huida.

Lord Jim es el espíritu encarnado del puritanismo inglés. Inflexible consigo mismo ante una falta, viajará por esos puertos perdidos del archipiélago  malayo confundiéndose  con los parias del mundo. Joseph Conrad, el autor, lo investirá con las mejores galas del romanticismo aventurero y la crítica caminará tras esta versión estereotipada. Pero éste personaje no será diferente al inspector Javert de Victor Hugo. Tampoco será distinto a Hegel en su concepción de la naturaleza llena de Dios. ¿Y cuando descubrió que en el mundo también hay asesinos, tramposos, cínicos, ladrones  y perversos?

Esta es la gran lección de humanidad que sufre Jim en aquel viejo barco  llamado Patna. En medio de la tormenta este viejo barco repleto de peregrinos, que van a la Meca, parece que de manera inminente se hundirá. Llega el terror. Antes que eso sucede los oficiales, y entre ellos Jim, abandonan el barco y en una lancha salvan la vida. De los peregrinos no quedará ni rastro y su huida no se descubriría.. Son rescatados por otro barco y, cuando llegan al puerto, se dan cuenta que el Patna no se hundió y sus peregrinos alcanzaron sanos y salvos el puerto.

Esta acción deshonesta es la que marcará el destino de Jim. El no es como sus tramposos  compañeros de huida. La sociedad lo absuelve, después de un juicio,   pero él no se absuelve.

La vida de Jim es una especie de hegelianismo. Vivir en la pureza de los ideales. Pero, cuando la naturaleza humana falla, cuando llega el miedo, cuando habla el instinto, no hay reconstrucción posible. Entonces hay que alimentar el gusanito morboso de la conciencia hasta conseguir la destrucción propia. Es una especie de soberbia estoica, pero que resultará de un peso tan apabullante que acabará aplastándolo. Este puritano prefiere sucumbir a ser humilde y recurrir al cristianismo donde hay perdón y  reconciliación.  Es decir, reconocerse en el mundo destruido pero otra vez  lleno de posibilidades de regeneración. Tampoco busca la salvación en la ciencia médica. Cree que su enfermedad, de tipo moral, no tiene cura. La tiene, pero no la busca. Más bien le rehuye. Es como un gusano que roe en todo tiempo su pensamiento. Es necesario pensar en la enfermedad. Una y otra vez rehúsa acudir al médico para que lo sane. ¡Podría suceder que lo curara! Mejor seguir pensando en la enfermedad. Huye de la sociedad. Busca los lugares más solitarios o inusitadamente cambiantes. Donde sea un desconocido. Necesita estar él solo con su enfermedad. Ninguna sociedad, ninguna amistad, ningún médico, ninguna mujer, es más importante que  su enfermedad.

Su ejemplar moral de hombre honrado, precisamente el enorme  recurso sobre lo que fue construida esta civilización greco cristiana, acabó pudriéndose entre sus propias manos. Y entonces el inspector Javert tuvo que arrojarse otra vez de cabeza  a aquel tenebroso remolino del Sena.

Tras el romántico Jim está todo el tinglado del mundo comercial que aprovecha a estos idealistas. Para Jim todo este enredo es cuestión de honor. Pero para su patrón Stein sólo se trata de una transacción financiera. Dueño de factorías en muchas partes del archipiélago malayo en las que distribuye su mercancía. La de Patusán ya no funciona. Un par de empleados llamados uno rajá Allang y el otro jerife Alí, se ha  adueñado de ella  erigiéndose como dueños y señores. Hay que quitarlos de en medio. Pero Stein no encuentra la manera de destruirlos y poner de nuevo en su lugar a empelados fieles.

Entonces es cuando encuentra a Jim. Se da cuenta que éste romántico irá hasta el fin del mundo huyendo de sí mismo y emprenderá todos los pleitos que sean necesarios con tal de entretener a su maltratada conciencia. Lo contrata, le da suficiente pólvora y armas y lo envía a hacer la revolución.

Al final Jim vence al enemigo de Stein y recupera la factoría comercial de Patusán. Ha puesto en orden las cosas de otro, pero sus asuntos de moralidad siguen tan enfermos como siempre. Tiene a la mano el amor de una hermosa nativa que lo idolatra. Y él la ama, pero ama más a su enfermedad.

En Patusán sus habitantes lo ven como un dios que los ha salvado del maldito jerife Alí. Luego viene una serie de acontecimientos, posteriores a la revolución, que lo ponen en la disyuntiva de abandonar el lugar o morir a manos de uno de sus aliados. No abandona. De esa manera Jim acabó  con su enfermedad.

Es cierto, el momento crucial  es cuando Jim tiene que decidir entre exterminar a Brown y su banda de asesinos que quieren esclavizara a la gente de Patusán o dejarles vía libre hacia el mar para que se alejen de ahí. Decide esto último. ¿Por qué hizo tal cosa? La gente de Patusán no entiende. Es musulmana y sólo sabe  del exterminio para quien ha atentado contra ellos. Pero Jim procede de la cultura greco cristiana. Tal vez una voz del cristianismo ha hablado en él. Tal vez, no lo sabemos, él no lo dice ni el autor tampoco. Sólo suponemos. Pero por dejarles la vía libre hacia la vida, y quizá otra oportunidad para la regeneración, él recibe el balazo mortal. Este tipo de sacrificio supremo, de ofrendar sus vidas por salvar la de otros, no es raro en escritores ingleses. Piénsese en Cartone, personaje heroico de Dickens, en Historia de dos Ciudades, que ofrenda su vida para que otro se salve de la guillotina, entre las llamas de la Revolución Francesa.

Los que gustan de buscar metáforas en todas partes dicen que “Lord Jim” es la historia de nuestra civilización. Capitalistas moviendo a los desheredados para quitar de en medio a los que estorban sus intereses financieros y comerciales. Otros llevan la trama al plano de la religión: la eterna lucha del mal contra el bien. O al de la filosofía: la ética y su antítesis. Para todas esta elucubraciones sirve la vida desgraciada de Jim. Gran novela de Joseph Conrad que es relatada por Marlowe, el alter ego del autor.     

El Paraíso Perdido

John Milton

Haber perdido el Paraíso celeste es una confirmación  de la vocación democrática de Dios. Esto sucedió en un tiempo “ que ni cielo ni Tierra existían aun”. También confirma el anhelo de libertad de la mujer. Esto cuando ya estaba el Paraíso terrenal.

Los ángeles creyeron poder rebelarse y lo hicieron. Pero, como en toda democracia, se hizo el recuento y, ¡los rebeldes quedaron en minoría numérica! Lo importante es que había condiciones para decidir. “Fueron los unos para sostenerse y los otros para caer”. A la postre no fue el número lo que decidió el resultado de la guerra en el cielo sino los valores que sostenían ambos frentes. Entonces llegaron el Pecado, la Muerte y el Caos.

De esa manera empezó la historia con  sus valores paradigmáticos del Bien y el Mal (con estas categorías no hay que olvidar que estamos hablando de cuestiones que sucedieron en el cielo, pues tal es la naturaleza de la obra comentada). Pradigmáticos  porque muchos escogen ser malos y otros buenos. En el proceso una gama amplia de tonalidades de gris del blanco al negro. Y los sacerdotes de ambos lados haciendo proselitismo sin cesar para su causa.

La historia de la libertad se repite con el hombre. Mejor dicho con la mujer, porque el hombre, Adán, prefiere obedecer  no comiendo la fruta del árbol prohibido. Pero es la mujer la que no se conforma con que haya algo prohibido que ella no pueda alcanzar...

“Te advertí- le dice Dios a Adán-, te aconsejé, te predije el riesgo a que te exponías, y que un enemigo oculto estaba acechando para tender sus trampas. Llevar más allá mi celo hubiera sido violentarte, y emplear la violencia contra el que es libre, es proceder indigno”.

A partir  de la rebelión algo se salió de armonía. Para restablecerla se hace necesario que el mismo dueño de la casa se humille y convenza a los disidentes que deben volver. No es tan rara esta situación. Un padre que ve que el hijo rebelde se va de la casa y después debe abrir las puertas para facilitar que regrese. Un gobierno, o el mismo país con otro gobierno, que decreta la amnistía para que sus connacionales, otrora rebeldes, regresen del exilio.

Pero el rescate, al menos del humano, no del ángel, no es tan fácil. Dios pide voluntarios entre sus fieles ángeles para efectuar la salvación del hombre. Nadie da un paso adelante. Finalmente el Hijo de Dios “en quien reside la plenitud de su amor divino” se ofrece de voluntario.

Pero no todos regresan. Desde el primer momento el humano se muestra arrepentido y quiere rehacerse. En cambio Satanás y sus seguidores dejan bien establecido cuál es la fuerza que los mueve siendo la soberbia y el odio: “ Ten por seguro que nuestro fin no consistirá nunca en hacer el bien. El mal será nuestra única delicia”.

Por cierto que hay un dato que se refiere a México, en aquel conocido episodio de la pasión de Cristo, en el que Satanás lleva a Jesús a lo alto de una montaña para desde ahí tentarlo mostrándole los reinos del mundo: “ Y allá en su imaginación (de Satanás) quizá descubrió la opulenta México, imperio de Moctezuma”. Desde luego que esto no está es la Biblia pero sí es una parte del lirismo miltoniano.

El Paraiso Perdido de Milton es uno de los más bellos libros que alguien haya escrito respecto de la Gracia y la Libertad del humano. Si bien, al final del libro el cristianismo liberal de Milton lo hace entrar en tesis y contratesis frente  al cristianismo ortodoxo, ya  que no puede  resistir la tentación  polémica teológica tan fuerte de su tiempo. Sus biógrafos coinciden en que escribió preferentemente en prosa y con propósitos polémicos. Algo parecido a lo que motivó a Dante para escribir su Divina Comedia varios siglos antes.

Como sea, se trata de una formidable recreación bíblica que ha conquistado un lugar en la cultura occidental. Para los pueblos americanos llenos de sol esa obra parece un panorama cultural pesado y sombrío. Sin embargo aborda temas como lo establecido, la libertad, el caos, el egoísmo, el anhelo de reconstrucción. Sombrío pero perfectamente leíble aun para lectores flojos. Su prosa es una delicia. Su lectura es imprescindible porque es lo mismo, en línea generales, lo que contiene esta obra, de fuerte sabor teológico, lo que vamos a encontrar en esa disciplina académica laica conocida como “filosofía.

  John Milton nació en Londres, Inglaterra, el 9 de septiembre de 1608 y murió el 8 de noviembre de 1674. Poeta inglés. Se dice que es con Shakespeare una de las figuras cumbres de la lirica anglosajona. Al periodo final de su existencia, el de la ceguera, la pobreza y el aislamiento, pertenecen sus dos grandes poemas que son El Paraíso Perdido y El Paraíso Recobrado.

Bajo el Volcán

Malcolm Lowry

El autor de esta obra  procede de una tradición novelística de largo aliento, al estilo de Middlemarch, de George Eliot o La Montaña Mágica de Thomas Mann (o, en el Este, La Guerra y la Paz de Tolstoi).  No se trata de  un trabajo para lectores susceptibles de ser  llevados a la carrera  para todos lados por la mercadotecnia. Inglaterra y Europa central hacen una región donde el promedio de lecturas al año, por individuo, es alto. Esto se traduce en obras donde los escritores no tienen prisa por terminar sus relatos y los lectores, en correspondencia, son muy sui generis.    

Geoffrey Firmín, uno de los personajes centrales de esta novela, es un alcohólico convencido y de tiempo completo. En toda la obra le vamos a encontrar exclamaciones como ésta: “¿Qué belleza puede compararse a la de una cantina en las primeras horas de la mañana?”. Para escribirla, el autor debe ser  alcohólico y el lector, para comprenderla en toda su dimensión, también debe ser alcohólico. Nadie que no sea alcohólico puede poseer la clave para penetrar este misterio.

Más adelante el Cónsul (Firmín) exclama confirmando su anterior pensamiento: “Bebe toda la mañana, bebe todo el día. ¡Esto es vivir!” No quiere tener contacto con el mundo que, siente, se derrumba y construye su propio mundo, que no es otro que la cantina en la cual se encuentra a gusto: “Aquí estaba a salvo: era éste el lugar que amaba: el refugio, el paraíso de su desesperación… ¡Ah, cómo echaría  de menos, por doquier que fuese, aquellos ardientes sorbos solitarios que tal vez eran los momentos más felices de su vida”.

Geoffrey Firmín, como todo alcohólico, tiene su coartada. En este caso es de dimensiones histórico- sociales. El hundimiento de la República Democrática  Española y la inmensa catástrofe de la Segunda Guerra Mundial. (Decaimiento que es un puro pretexto   pues debería estar lleno de júbilo, como inglés, y por lo tanto perteneciente al bando central de los vencedores).

Otra coartada: el alcoholismo es un anestésico cultural. Hugo, otro personaje, se refiere a Geoffrey en estos términos: “De nada serviría  desintoxicarlo por uno o dos días. ¡Por Dios! Si nuestra civilización  tornara a la sobriedad por un par de días, al tercero moriría de remordimiento”.

Aun hay otra coartada y es su matrimonio fracasado con Ivonne Griffaton.

Y bajo la manga tiene otra coartada más para  justificar  su alcoholismo. Es su irremediable escepticismo ante el espectáculo que no se puede ser eternamente joven:  “Porque en menos de cuatro años que transcurrían con tal rapidez  que el cigarrillo fumado hoy parecía haberse fumado ayer, tendría treinta y tres; en siete más, cuarenta: y en cuarenta y siete, ochenta. Sesenta y siete años  parecía un plazo  cómodamente largo, pero entonces tendría cien”

Todo se desarrolla en un ritmo donde pareciera que el tiempo no existe, o al menos no importa, en la ciudad de Cuernavaca. El relato empieza el Día de Muertos de 1939, en el Hotel Casino de la Selva. M.  Laurelle y el doctor Vigil, otros alcohólicos de tiempo completo de la novela, se meten a una tenducha. Para entrar al segundo cuarto, que es en el que venden bebidas fuertes, hay que hacer a un lado una cortina mugrosa  que sirve de puerta.

En el más puro estilo puritano, el segundo cuarto es el submundo a donde va a parar sin remedio todo lo que se sale de armonía. Aquí no hay reconstrucción posible  como en el cristianismo ortodoxo. Aquí nada más existe el no retorno, como en la filosofía de Hegel.

La obra está plagada de estas metáforas de  luz y  sombra, lo alto y lo bajo.

En sus numerosas referencias al Popocatepetl, que observa desde el valle de Cuernavaca, Geoffrey se refiere a la cumbre blanca llena de luz pero también a la “barranca”. Siempre la barranca, la oscuridad, el submundo que no regresa porque nunca se ha ido y que envuelve su alma atormentada. La barranca que espera y lo envolverá con su manto pero, en tanto ese momento llegue, es necesario anestesiarse con alcohol.

En el lado oeste de la base del Popocatepetl está realmente la impresionante barranca de Nexpayantla, profunda y de varios kilómetros de extensión hasta terminar cerca del pueblo de San Pedro Nexapa. Siempre es salvajemente bella  y en ocasiones, cuando se cubre de nieve, el espectáculo es paradisíaco. Pero como está debajo, más allá de la base del volcán, Geoffrey lo imagina, en su locura puritana y alcohólica,  como el submundo al estilo de la gruta donde se mete Eneas después de la caída de Troya, que relata Virgilio. O la otra gruta que nos cuenta Dante, llena de diablos y monstruos malditos. Así es para Geoffrey la bella barranca de Nexpayantla. Escribe:

“Por la ventana, el Popocatepetl, se erguía con su inmensa falda…su cima cubría el cielo, y se alzaba sobre la cabeza del Cónsul, y directamente en su base estaba la barranca…Por algo los antiguos situaron el Tártaro bajo el monte Etna y en su interior al monstruo Tifeo con sus cien cabezas y sus ojos y sus voces temibles”.

Se dice que la novela Bajo el Volcán es una obra maestra de la narrativa del siglo veinte. Malcolm Lowry, el autor, nació en 1909, en New Brigton y murió en Inglaterra en 1957. Comenzó a escribir esta novela en 1934 y, luego de reescribirla en tres ocasiones, fue editada en 1947.  Lowry fue un  novelista conquistado por México, al estilo del alemán Bruno Traven. Pero también por el mezcal de Oaxaca.

Las postreras líneas de esta gran novela son para referirse, para que Geoffrey  siga refiriéndose, al mundo destruido sin remedio de su imaginación alcohólizada: “Alguien tiró tras él un perro muerto en la barranca”. ¡Otra vez la barranca! Y más adelante el jardín de una casa tenía un letrero: “¿Le gusta este jardín que es suyo? ¡Evite que sus hijos lo destruyan!”. Se trata de un loable deseo para otros, pero el mundo de él ya estaba destruido sin remedio.

EL SUPERAGENTE 002 CONTRA ANDRÓMEDA

Candet

La acción se desarrolla en el tiempo que Estados Unidos y la Unión Soviética eran enemigos pero sus respectivos espías llegaban a amarse apasionadamente. Al menos así sucedió con Donald Evans y Olga Zarkov.

Jacob Kessler es el maldito astrónomo alemán  que después  de la Segunda Guerra Mundial  instala, nada menos  que en Florida, un enorme  laboratorio para construir satélites provistos de bombas nucleares y desde el aire destruir a Estados Unidos y a la Tierra misma. Piensa dominarla o destruirla. Después de lo cual, de todas maneras,  se irá a habitar a otro planeta. Ya ha puesto a prueba sus armas destruyendo en el espacio adelantos científicos que hacen los norteamericanos. A este  proyecto el alemán   lo llama “Andrómeda”.

Como en el principio los angloamericanos no saben quién los ataca, llaman a Donald Evans para que descubra al enemigo. Evans es un superagente al servicio del Departamento Atómico Nacional de Seguridad (DANS) y su clave es EO- 002. Está entrenado para descifrar cualquier enigma, salir ileso de cuanto peligro se encuentre  y de paso destruir al enemigo trátese en singular o de un grupo de matones. Maneja desde una automática de mano hasta un complicado tablero para hacer explotar bombas. Pero, sobre todo, está capacitado para amar a cuanta mujer hermosa y buena se cruce en su destino. Y como todas las que van a su encuentro  son espías enemigas, al final tiene que matarlas, por buenas que estén.

Desde luego que el tenebroso científico Jacob Kessler dispone de una extensa organización de agentes y  asesinos. Estos intentan acabar en varias ocasiones con el 002 pero el superagente se les adelanta y los aniquila. Al final 002 descubre la ubicación del laboratorio en el que  se desarrolla  el proyecto  Andrómeda.

Logra introducirse en él y acaba con todos. Una bella agente enemiga que intenta detenerlo es desintegrada.¡Carbonizada! con una arma secreta de la cual dispone Evans. ¿Qué arma es esa? Un oftalmólogo especialista le ha practicado una operación en la cornea. Si cierra los ojos y los abre tres veces seguidas, sale de ellos un rayo que carboniza al oponente. También el científico Jacob Kessler muere carbonizado por una mirada mortífera de Evans y ahí acaban sus sueños de dominar al mundo.  Donald Evans, el agente del imperialismo norteamericano y Olga Zarkov, la espía bolchevique, acaban haciendo el amor entre las nubes en tanto viajan en la avioneta desarmable que el agente 002 lleva a todas partes dentro de un pequeño maletín...

Si en México se leyeran al menos 24 libros como promedio al año por individuo y el contenido de la lectura fuera de cierto nivel, este género de literatura que acabamos de relatar sería poco menos que basura. Pero según cifras de la Secretaría de Educación Pública, el promedio es de dos libros al año, eso quiere decir que no hay que apresurarse a opinar. Por lo demás esta literatura es un fenómeno que deberá llamar la atención a todo aquel que escribe con la idea de ser leído. Trabajos de filosofía e historia, con tratamiento cuidadosamente epistémico, salidos de nuestros centros de alta cultura, tal vez agoten una edición de mil ejemplares en quince años. La novelita ligera de “EO- 002 contra Andrómeda” , cuyo  autor es Frank Caudet, tiene varios millones de ejemplares por tirada.  Y lo que debemos aceptar, y buscar, es que estas publicaciones deben ofrecer otras cosas más que el mensaje subliminal. ¿Por qué tienen un éxito de venta semejante? Lo primero que salta a la vista es el manejo que se le da a su redacción. Es ágil. Sencillo. Breve y a base de diálogos.

Ni los teóricos de los partidos políticos ni los filósofos han logrado en México semejante habilidad de redacción. Véanse las publicaciones de los partidos políticos que, pese a los adelantos de diseño computarizado, de ahora, son auténticos ladrillos, casi como los que se editaban a mediados del siglo veinte. Sólo Nietzsche, con su personaje Zaratustra y sus aforismos, logró incursionar en el nuevo modo de hablarle de filosofía a las masas no especializadas. Pero mucho antes que él, hace veinticinco siglos, Platón utilizó los diálogos en sus numerosas trabajos sobre Sócrates y son perfectamente leíbles por cualquiera con relación al moderno Heidegger, por ejemplo. También Holderlin con su Hyperion.  Si tuviéramos a la mano las cifras de venta de los libros de estos tres pensadores veríamos de una sola vez el contraste de lo que estamos diciendo, esto al margen de los contenidos y tratamientos de sus respectivos temas. Con Heidegger aun los especialistas lo piensan dos veces.
Así pues, si  nuestros escritores no se han decidido redactar para llamar la atención de las multitudes, habrá que seguir leyendo al 002 contra Andrómeda. Al menos una cosa se habrá conseguido con eso y será el hábito de la lectura.

El Pato Silvestre

Ibsen

Es una de las obras más polémicas de Ibsen. Los críticos han tenido  las más diversas y encontradas interpretaciones. Está llena de símbolos y de prototipos sociales. Pero para nosotros el misterio tiene una clave. Una obra imperecedera, como ésta,  sólo puede tratarse de la sociedad como actor principal.. No de una sociedad en particular sino general. Por eso en esta ocasión Ibsen ni siquiera le pone nombre al lugar  en el que se desarrolla  la  acción. Lo que le da universalidad es que es un producto  social en descomposición y esto tiene reflejos   en muchas  partes. En el México del primer tercio del siglo veintiuno, por ejemplo,   se necesitan, dicen los especialistas en esta cuestiones de la educación,   mil quinientas universidades públicas más de las actuales para ser competitivos en educación con países del segundo nivel mundial, ni siquiera para los del primer nivel. Pero lejos de eso lo que se construyen  son más cárceles.

 Sin embargo  El Pato Silvestre   no  es un sendo   ensayo sociológico de esos que nada más los especialistas frecuentan, como sería una empresa  multidisciplinaria  que requeriría varios  volúmenes para su desarrollo. Y esto es lo que desconcierta  a los críticos de El Pato Salvaje ¿cómo Ibsen pudo decir tanto en tan poco espacio? La obra, desde luego,  tiene el tratamiento muy ibseano. Se desarrolla en el  marco de una bucólica aldea y en el seno de una vida hogareña.

Gina, una sencilla muchacha, que se afana por conservar su hogar y llevar en buenos términos su matrimonio, guarda un secreto de su vida de soltera que acabó explotándole en la cara. Toda la armonía  de su casa descansa en el silencio del pasado y ella sola debe cargar con la situación.

Trabajaba de sirvienta en  casa de Werler, dueño de una fábrica. Con dádivas la convence de tener relaciones amorosas de las que nace una hija, que se llamará Hedvige. En los días del embarazo ya no trabajaba en la casa y conoce a Hjalmar Ekdal, con el que se casará y le hará creer que es su hija. Teme que si le dice la verdad decida no  vivir con ella. El es fotógrafo de profesión y esa es la fuente de sus ingresos.

En otro tiempo, Ekdal, padre de Hjalmar, era socio del dueño  Werler. Pero éste se las ingenia  y se queda con todo el capital. Ekdal, ya viejo, se encuentra en la miseria  y vive con  Hjalmar. Para paliar un poco su conciencia, Werler le da algo de trabajo de la fábrica y de esa manera le hace llegar algunas monedas.

Gregorio Werler, el hijo del dueño y amigo de Hjalmar, hace las veces del coro de las tragedias griegas que tratará de ir marcando las cosas. Sabe de la acción tramposa  que su padre ha cometido con el padre  de su amigo y está enterado  que la hija de Gina es de su padre, su media hermana. Y cree que la vida será mejor para todos si las ventanas se abren y circulan los vientos. Busca de todo corazón  sanear la vida  de la familia de su amigo Hjalmar. Pero al desenredar la madeja  la situación empeora.  Hjalmar no reacciona  con la altura que él esperaba y el pleito entre el matrimonio no  tarda en llegar y con ello la ruptura. Hjalmar le reprocha a su mujer   el  haber vivido esos años en la creencia que Hedvige es su hija. Es su ego  de hombre lastimado pero agarra de pretexto a la niña.

Hedvige, la hija de catorce años de edad, muy querida por su padre Hjalmar, de pronto es rechazada por éste al darse cuenta que la niña en realidad es la hija  del dueño Werler.

No obstante eso, el matrimonio, como muchas veces sucede  cuando hay un pleito entre marido y mujer, al día siguiente ya está otra vez en el proceso  de reconciliación.

La que queda definitivamente dañada es la hija. No entiende bien lo que sucede con sus padres pero lo que tiene claro es que su padre la ha rechazado. Y aquí es donde ocurre la tragedia. El abuelo Ekdal era aficionado a la caza. En una ocasión trae a  casa un pato silvestre herido. Lejos de matarlo  la familia se propone  cuidarlo.

Cuando las cosas ya se ha han  descompuesto en la familia, Gregorio Werler le dice a la niña que tal vez sacrificando al pato silvestre su padre, Hjalmar,  tome eso como una muestra de reconciliación y vuelva a aceptarla. Y lo cierto es que para entonces Hjalmar empieza, dentro de él,  también un proceso de acercamiento para aceptar a la niña pues en verdad la quiere.  Es decir, su amor empieza a desplazar a su ego lastimado.

Con la idea de sacrificar al pato silvestre  la niña agarra una pistola y se introduce a donde tienen al animal. La familia escucha el disparo de la pistola y corre al lugar. Ven a la hija en el suelo. Todos tiene la esperanza que haya sido un accidente sin consecuencias.

Pero uno de los personajes, llamado Relling, es médico y al examinarla se da cuenta que la niña está muerta. Y aun hace otro descubrimiento, la ropa está quemada en el área del balazo por lo  que descubre que, lejos de haber sido un accidente, se trataba de un suicidio.

La niña sufría de ceguera progresiva y estaba apunto de quedar definitivamente ciega. Probablemente  esa sea la analogía entre el pato silvestre enfermo, y la niña también enferma.

Los entendidos de la conducta humana han elaborado variadas explicaciones del verdadero leit motiv de esta comedia que fu escrita para teatro, en 1884. Una de ellas el rechazo de los padres y lo que eso pueden lesionar al hijo o a la hija.

También está lo de la herencia biológica. El dueño Werler padecía de la vista. Pero al no tener cerca a su hija Hedvige, no pudo atenderla ni afectivamente ni proporcionarle  educación ni el auxilio médico para su ceguera. Otro troquel social a nivel mundial. Ha dispuesto  las cosas  para que una parte de su  herencia pase a manos de su hija Hedvige,  pero ahora es  ya tarde  y no  servirá para nada.

La actitud de Gregorio Werler, con toda su sincera intención de que las cosas se aclaren y su amigo Hjalmar y su esposa Gina vivan plenamente felices, sin sombras del pasado, en realidad acabó precipitando todo y terminó en tragedia.

Hay que insistir en el secreto de Gina, largamente llevado en silencio con tal que su matrimonio no sufra contratiempo. La obra no se detiene mucho en la  psicología posparto   de   Gina.

Y la actitud  de Hjalmar, que de pronto no digiere la situación, y empezó a herir a los que lo querían. Más adelante lo hubiera hecho pero no tuvo tiempo pues antes  llegó el drama.

El Pato Salvaje es el símbolo de una sociedad descompuesta que acaba triturando lo poco bueno que hay en ella. A este grupo social le faltaba equilibrio y, llegado el momento difícil, no contó con fuerzas necesarias para superar la crisis.

Es una obra sombría y no se ve por dónde puedan estar las corrientes de regeneración social. Sombría pero a la que no se le puede ignorar con sólo voltear la vista para otro lado.  Ya no conocemos qué sucedió después, cuando el tiempo pasó y si el dolor hizo reaccionar y purificó a esa sociedad. O continuó su descenso. Eso ya no lo dice Ibsen.

Hay otros personajes. El nombrado médico Relling y Molvik, estudiante de teología.. Estos dos son un par de juerguistas de tiempo completo. Nada les importa la tragedia que lo ha rozado de cerca y siguen en la loca vida fácil  con el vino y las muchachas alegres.

Quizá de esta manera Ibsen nos dio a entender que, pase lo que pase, la vida sigue. Pero, ¿qué es lo que sigue y cómo sigue, si lo que tenía calidad ya se ha ido? También en las prisiones la vida sigue... Y esto nos lleva a una segunda suposición. Probablemente lo que Ibsen quiso decir fue que no hay que dejar que El Pato Silvestre se enferme. Que no hay que dejar que la sociedad enferme...

Un enemigo del pueblo

Ibsen

La obra de Enrique Ibsen toca los grandes temas de la humanidad pero los presenta  bajo el  esquema de una sencilla  escena doméstica. “Un Enemigo del Pueblo” nos invita a meditar de qué manera se deja de creer  en la democracia y en la comunidad. Cómo se puede caer en el escepticismo  hasta actitudes individualistas  contrarias al grupo. Estudiando los  mecanismos   de la dictadura,  más que de la democracia, quizá  encontraríamos que aquella aparece cuando ésta entra en descomposición. Y después de la  tiranía vuelve la democracia. Es hasta  el siglo veintiuno que  algunas  voces  se  atrevieron  a levantarse en contra de los  partidos políticos en México  y  esa voces llegaron de los  sindicatos independientes. Pero ya en el siglo  diecinueve Ibsen, por  boca de uno  de sus  personajes, dice:  “Lo peor es que de una punta a otra  del país todos  los hombres son  esclavos de los partidos”.

El pueblo en su afán de sobre vivencia  y anhelo de superación no quiere vivir en  “la  serpiente que se muerde  la cola” pero hay otros  intereses, principales,  que no  son propiamente del pueblo... Y después de los  principales entran en juego intereses secundarios que acaban por enmarañar la escena. Aquí los  principales son los socios dueños de un  balneario  que es necesario  cerrar por razones de higiene. Y los intereses  secundarios la  prensa que trata de  sacar noticia y dinero del conflicto sin importar la gente que pueda infectarse. Apoya a los socios  propietarios  pero también  podría ofrecer su  imprenta de  La Voz  del Pueblo, a las voces de protesta   genuina  que empiezan a levantarse contra el balneario.

El  asunto  empieza de la  manera más aldeana imaginable. En un pueblo costero del sur de Noruega, hay una alberca que se ha hecho famosa  y le atrae buenos  ingresos a los propietarios del lugar. La gente acude de muchos lados y la clientela crece. El doctor Tomás Stockmann es el encargado de vigilar  las condiciones de sanidad de la alberca.

Sólo que la cloaca de aguas negras de la ciudad pasa cerca y empieza a contaminar las aguas donde la gente se baña. El  doctor   se da cuenta,  manda analizar una muestra  y confirma que, en efecto, aquello se ha convertido en un foco de infección. Decide comunicarlo a la gente. Se siente respaldado para dar ese paso. ¿Respaldado por quién?, le pregunta su esposa. “Nada menos que por  la mayoría aplastante de los ciudadanos”, le responde.

Expone el asunto a las autoridades del lugar y a algunos accionistas.  Estos le dicen que guarde silencio. Cerrar sería  desastroso para la  economía de los habitantes de  la  aldea. El alcalde, hermano del doctor, le dice “¿Quién crees que se  atrevería venir aquí, sabiendo que el agua está infectada?”.  Pero   el doctor insiste y trata de hacerle comprender que estarían viviendo en una mentira que  sería en perjuicio del pueblo: “¿Es que no comprendes? Traficamos con inmundicias y podredumbre.¡Toda nuestra vida social tan floreciente, se funda en un fraude!” El  doctor Stockmann conoce el  peligro  de la  infección y convoca a una asamblea general para informar de la situación. Lo  que les dice, lo que les dijo hace más  de un siglo,  a los mexicanos nos resulta muy familiar: “ El balneario  es un sepulcro blanqueado, ni más  ni menos. Créanme. Las aguas son peligrosísimas para la salud. Todas las inmundicias del Valle de los Molinos van a para a las cañerías, envenenan el agua, y toda esa porquería va a desembocar al mar,  a la playa...” 

Las autoridades civiles y los propietarios exhiben al doctor Stockmann  como  un lunático y la gente acaba  rechazando sus argumentos. La  Voz del Pueblo juega un papel  importante y, según sus intereses económicos, apoya al bando empresarial.  En el principio ponía en alto las ideas liberales  del doctor  Stockmann pero acabó dando  la razón a los accionistas.

Influida la gente por  la  versión de la prensa, y también por su  necesidad que el balneario siga funcionando, pues de eso depende el comercio, hoteles, restaurantes y transporte, termina por rechazar los argumentos del doctor Stockmann.  En la  asamblea general informativa la gente acaba insultándolo y apedrea su casa.

Lo despiden de su empleo, a sus hijos los  expulsan de la  escuela y el propietario le  pide que entregue la casa que habita con su familia. Decide trasladarse  a vivir  a América pero  al capitán Horster, que va a conducir el barco,  también lo despiden de su  empleo por ser amigo del doctor Stockmann. Catalina,  la  esposa del doctor, comparte  con él sus ideas pero intenta ser practica y piensa en las necesidades inmediatas: “ Tomás, acuérdate de los niños. ¡Míralos! ¿Qué será de ellos?” Y él le  contesta: “Quiero conservar el derecho de mirar a mis hijos cara a cara cuando   lleguen a ser hombres”.

Acorralado por los  intereses económicos de los dueños del balneario y rechazado por el pueblo, al que la prensa ha azuzado, el  doctor Stockmann toma la decisión. No irá a América ni abandonará su aldea. Ha concebido la idea que un hombre solo puede ser en realidad muy fuerte. No es que se haya puesto contra el pueblo, al que él  quería salvar,  sino que entiende que al pueblo  le  falta preparación para poder distinguir lo que lo perjudica  y quiénes lo  perjudican. Le dice a uno de los periodistas de La Voz del Pueblo: “ Ya no se trata solamente del asunto de las aguas, ¿comprende usted? Es preciso purificar la sociedad por completo”

Vivirá en una parte de la  casa que  el capitán Horster le ha ofrecido.  El doctor Stockmann educará a sus propios hijos.  Vivirá de la consulta que le  soliciten los pobres. Pero comprende que  necesita desarrollar su descubrimiento que un hombre solo es el más fuerte con respecto de una  comunidad  débil. Al  contrario, una  comunidad fuerte de hombres fuertes, por  medio de  la educación, será también  fuerte. Por   ahora eso  no es posible.    Para tal  efecto  encarga a sus hijos que, entre sus amigos de juego, le traigan a cuanto “pillete” puedan convencer. El les va a enseñar: “ ¡Siempre me quedarán los pobres, los  que no  pagan! Son los pobres,  principalmente, los que me  necesitan,  y, como  no tendrán más remedio que  escucharme, les predicaré  día y noche”
No se trata de luchar solo contra el mundo ni estar contra la comunidad. La enfermedad del balneario es la  metáfora que en la sociedad de la aldea hay una infección, una enfermedad, que amenaza destruirla... Pero sólo mediante el conocimiento se podrá salvar.

Esta obra de  teatro, en cinco actos, fue escrita en 1882, al tiempo que Federico Nietzsche escribía su idea  del hombre fuerte y su filosofía de la  minoría,  apenas a dos décadas que empezara la Primera Guerra Mundial y a cinco décadas de la Segunda Guerra Mundial.  Los principales actores habían quedado prefigurados en esta obra. Los grandes intereses encontrados, los pobres ayunos de preparación necesaria y la prensa.  En el  principio  Un Enemigo del Pueblo fue una obra rechazada  y  ni siquiera en la  Alemania militarista del  Kaiser II se presentaba. Con facilidad se le identificó  con los regímenes fascistas  de los años  veintes. Empero, entre Nietzsche e  Ibsen había  la gran  diferencia que el primero abogaba por la  voluntad de poder entre tanto que  Ibsen buscaba la  educación de la gente. Pero entre el fragor de las guerras eso  no se distinguía con claridad.

Con el tiempo esta obra sería presentada  en los mejores teatros del mundo, hasta nuestros  días, traducida y publicada en todos los  idiomas y  con millones de ejemplares editados.  Por la  sencilla razón que en el planeta siempre hay guerras, los pobres son los que mueren y la gente quiere saber qué fenómenos sociales  las causan...

Un Enemigo del Pueblo también  inspiró sistemas educativos  diferentes de los tradicionales escolarizados y  que en su tiempo parecieron revolucionarios y  persisten hasta nuestros  días.  Entre otros el  autodidacta  que nos recuerda el Sistema de Universidad Abierta que tantas perspectivas empieza tener en la sociedad mexicana del  siglo veintiuno. Con un presupuesto  anual que nunca es sufciente,  la universidad pública y principalmente la UNAM,  el SUA  se erige como  única oportunidad para el ochenta por ciento de los “pilletes” de la población total del país que  no alcanza un lugar en las aulas escolarizadas universitarias. Eso fue anunciado desde hace más de un siglo por Un Enemigo del Pueblo.  

Peer Gynt

Ibsen
Libertad, permanencia y amor, son los tres ejes de esta obra.

Peer Gynt es un soñador trotamundos. Solveig es la muchacha que no se pierde en quimeras y espera hasta lo increible. Su presencia en el texto es furtiva y esporádica, como de una sombra. Pero es el personaje más fuerte. A tal grado que el mismo Ibsen debió pensar si el libro debería llamarse “Peer Gynt” o “Solveig”.

En realidad son dos soñadores. Sólo que Peer tiene muchos sueños, pues quiere ser emperador, y Solveig nada más un sueño. Este sueño se llama Peer Gynt. En un momento Solveig le dice “¿Vienes?” y Peer le responde: “¡Debo recorrer el mundo...Ten paciencia; lejos o cerca...tendrás que esperar!” Solveig sólo contesta “¡Esperaré!”.Espera medio siglo el regreso de Peer Gynt.

Esto sucedió a todo lo largo del siglo diecinueve ( la obra para el teatro se escribió en1867), en el valle de Gudbransdalen, en las montañas  vecinas de Noruega, en las costas de Marruecos, en el desierto de Sahara, en el manicomio de El Cairo, en el mar...

  Es la tesis de tener a la mano los elementos necesarios para la felicidad y, en cambio, pensar en vivir de otra manera. Un hombre casado, se pregunta, a lo largo de cincuenta años de rutina, cómo hubiera sido su vida entregado nada más a  la aventura. Peer es el hombre que vive en la aventura total pero, de vez en cuando, se pregunta cómo hubiera sido su vida junto a Solveig.

El joven Peer no tiene nada en aquella helada aldea de noruega, entre los fiordos alimentados por el deshielo de las montañas. Zapatos viejos y pantalones desgarrados. Pero sueña en ser emperador. Quiere fundar un país que se llamaría ”Gyntania”. Inventa un ego que no se parezca a los egos de otros humanos. Será un “yo gynteano”. Y para que no haya lugar a dudas o riesgo de confundirlo con otro ego, se le ocurre que un “yo mismo” estaría mejor. Al momento parece que lo que le interesa es el poder: “ La comarca entera tendrá que arrodillarse ante mí”.

En realidad no hay mucho que reprocharle a Peer Gynt por sus sueños fantásticos. Unos sueñan distorsionando la historia a  su medida, otros sueñas fumando mariguana y los más pobres tomando bebidas embriagantes baratas o diciendo mentiras como sistema. ¿Qué de raro tiene que Peer también sueñe?

No se ve cómo podría lograr su sueño de ser emperador pues ni trabaja ni estudia y se la pasa imaginando quimeras. Y enamorando a las muchachas. Ingrid se va a casar con otro pero Perr la seduce y luego la olvida. Anitra será una esclava suya, pero lo seduce y le saca cuantas joyas tiene.  “La mujer de verde” tiene un hijo que dice que es de Peer, pero él ni siquiera se acuerda de tal situación, pues “estaba borracho”. El único punto fuerte es Aase, su madre. Pero todos sus cuidados, ruegos, exigencias y más cuidados y más  exigencias, no logran apartarlo de su mundo de sueños.

Se parece a su  padre. La madre reflexiona: “¿Qué queda ya de la próspera riqueza acumulada por tu abuelo paterno, el viejo Rasmus Gynt, que dejó para su hijo? Tu padre compraba tierras y viajaba en carruajes dorados. ¿Dónde está el dinero que derrochaba en los grandes banquetes, cuando estallaban las botellas, y los invitados estrellaban su copa luego de beber?” Peer le responde filosóficamente “¿Y dónde ha ido la nieve del año pasado?”

Ingrid es una muchacha rica que se va a casar con otro pero quiere a Peer. La madre de éste le dice que es rica : “¡Ingrid es una muchacha tan  rica! Piénsalo bien. Serías dueño de Hagstad, si tú quisieras.” Pero lo que Peer quiere es su cuerpo y después largarse lejos. Sus sueños van más allá del dinero y del  poder. En realidad busca dos quimeras: la libertad y la  verdad.

De todos modos llega a ser rico. Pero en las costas de Marruecos unos vivillos lo dejan en la ruina. Sin embargo Peer Gynt no es de los que se la pasan llorando el pasado como un pretexto para no seguir adelante. Tiene la mente de un verdadero peleador: “No todo acaba el día que termina la lucha”. Sus métodos para lograrlo no son muy ortodoxos, que digamos. Uno de ellos es la venta de esclavos negros. “Negros para Carolina y con ídolos para China” 

En El Cairo va a dar a un manicomio y aquí se encuentra con el viejo dilema de cómo hacer para llegar a la verdad. Un habitante del lugar tiene la obsesión de llegara ser como el rey Apis. Pero no tiene dinero para construir pirámides y armar ejércitos para pelear contra los turcos, como dicen que hacía el rey Apis. Peer le revela la manera para que sea igual al rey Apis: “¡Muérete!” le dice. En el principio será un poco diferente, pero al final serás igual que él.

Otro habitante del lugar, un alemán, encuentra la clave para llegar a la verdad, ¿Cuál es, le pregunta Peer. Observa. El alemán  grita hacia la Esfinge y el eco  contesta en alemán. ¿Hay algo más fiel que esto para llegar a la verdad? Tal vez sin este loco nunca hubiéramos conocido a un Wittgenstein quien, para investigar acerca de la verdad, comparaba tres diarios del mismo nombre y del mismo  día, para ver  si decían lo mismo...

Peer no cree mucho en los historiadores. Dice que él va a dedicarse, entre otras cosas, “al estudio de la veracidad de los tiempos pretéritos”. No a la historia sino a la veracidad de la historia.

Entretanto Solveig sigue esperando: “Aquí te esperaré hasta que retornes, y si me aguardas allá arriba, ¡allá nos veremos; mi bien!”

Una de las postreras experiencias que Perr tiene es cuando se le presenta la oportunidad de engañar al diablo que lo anda buscando para llevárselo. Sin identificarse Perr le dice que se lo lleve con él. Está tan cansado de trotar por la vida que lo que quiere es encontrar un lugar cálido ( aunque no demasiado) donde reposar.. El diablo (llamado en la obra como “El hombre flaco) le pregunta por  sus pecados. Porque el requisito es que sea pecados de peso, no cualesquiera clase de pecadillos. Peer procura decirle lo peor que ha cometido en su vida. Empieza por la venta de negros y otros por el estilo. El diablo le dice que no son suficientemente graves: “no querrá usted creer que por pecadillos como los suyos vayamos a gastar cantidad de combustible, mucho más con los precios de ahora...” La moraleja es qué pecados puede tener alguien que gana el sueldo mínimo, junto a los vivales que arrojan las cosechas al mar para encarecer los precios del mercado...

Al final Perr decide regresar a su aldea. Aunque ya no es rico va con una considerable cantidad de dinero. Pero una tempestad azota el barco en el que viaja y lo  pierde todo.

Viejo, después de tantos años de vagabundeo, Peer compara las diferentes etapas de la vida de un hombre con la metáfora de la cebolla.Se refiere a sí mismo: una capa el náufrago, otra el buscador de oro, otra el traficante de negros, otra el jugador, otra el pescador de la bahía de Hudson, otra la corona de un rey, otra el explorador del pasado, otra el conquistador de mujeres, otra...

Al final lo único que Peer Gynt conserva es su yo. No está seguro que todavía sea su “yo gynteano”. Sólo su yo.  Pero ese yo siente ahora que, para estar completo, necesita otro yo. Y se acuerda de Solveig. Va al encuentro de la muchacha con el temor de que lo rechace o que ya no viva. Pero ésta al verlo  sin titubear le extiende los brazos.

Y, muy al margen de las corrientes psicoanalíticas que corren en la época, cuando Ibsen escribió  esta obra, Peer Gynt corre hacia Solveig, como un niño que vuelve a encontrar a su madre: “¡Mi madre! , ¡Mi esposa! ¡Mujer sin mancilla!¡Ah, ocúltame, ocúltame ahí dentro!” 


Cuadernos editados por la Secretaría de Prensa y Propaganda del STUNAM
Distribución gratuita
Octubre 2006

Cuadernos editados
70.- Comunicación y política. César H. Espinosa
71.- Poemas. Luis Nuño Abaonza
72.- Catorce escritores y un filósofo. Armando Altamira Gallardo
73.- Veinte poemas. Francisco Pulido Aranda
74.- Viajando entre zonas de cactáceas y otros ecosistemas mexicanos. Alberto
       Pulido Aranda
75.- La conquista del Pico de Orizaba. Armando Altamira Gallardo
76.- Estudio de los nombres geográficos de la Delegación Iztapalapa. Ángel
       Guadalupe Guzmán Camarillo
77.- En Guerrero: el aire, el paisaje y la miseria son gratis. Testimonio 3
78.- La población de la Magdalena Contreras: crecimiento y consecuencias, una
       primera  aproximación. Luis Castillo Oseguera
79.- Loco enamorado. Luis Nuño Abaonza
80,- México y la descripción de varios de sus ricos ecosistemas. Alberto Pulido Aranda
81.- Método para suicidarse en siete lecciones. Armando Altamira Gallardo
82.- Exlibris. Sergio Sánchez Santamaría
83.- Comunicación y poder. Del desafueroa a la Ley Televisa. César H. Espinosa
84.- Benita Galeana, una comunista honesta. Jorge Basurto
85.- Suspirando ante la luna. Marco Antonio Meza López


Los números atrasados los puedes encontrar en: www.stunam.org.mx

AGUSTÍN RODRÍGUEZ  FUENTES: Secretario General
ALBERTO PULIDO ARAN DA: Secretario de Prensa y Propaganda
Coordinador de los Cuadernos: ARMANDO ALTAMIRA GALLARDO
Consejo Editorial: ALBERTO PULIDO ARANDA, AURELlO CUEVAS DíAZ, ANTONIO MUÑOZ, CESAR H. ESPINOSA, JORGE BASURTO, MIGUEL SÁNCHEZ MAYEN, TOMÁS MÉNDEZ MORENO.

Concepto gráfico: GABRIELA ESTHER DE DIOS LOPEZ
Trabajo de apoyo: ALFONSO VELÁZQUEZ MÁRQUEZ

Octubre 2006